Y digo yo que Santa será para quienes aprovechan estos estupendos días en que la primavera explota para huir precisamente de todo lo que la Semana debía representar para los presuntos creyentes: ascetismo, sacrificio, oración, ayuno y penitencia. A cambio, queridos hermanos: soberbios banquetes, dulces siestas y lujuriosos ríos de placer, tentarán y vencerán sin resistencia el escaso interés en acompañar al nazareno en sus cuitas y dolores; ¡pero si hay que hacerlo, se hace!.
Todo este esperpento con la bendición de los capitanes de la Santa Madre Iglesia que con tal de no perder clientela se apuntan al regodeo, convirtiendo en lágrimas de risa las que habían de ser derramadas por la muerte de Cristo, y en botas de vino su Santa Sangre.
Y estoy hablando desde la lengua del respetuoso ateo, el que no entiende la mofa que algunos hacen de sus propios dioses y principios religiosos. Porque si esta Iglesia, que se monta en estos días desfiles con clarines y teatros para turistas, que no distinguen esta fiesta de los Sanfermines; y es connivente con las agencias de viajes y las ofertas hosteleras, quiere luego hacernos creer que son un dechado de sensatez y espiritualidad, ¡van dados!.
Eso sí, todo se disfraza de solemnidad y pueden venderte como mérito puntuable la ingesta de langosta en lugar del solomillo; o aplaudir la liberación de Barrabás, un carterista vestido de saco, en lugar del encarcelamiento de un cura pederasta; o llevar bajo palio a cualquier comulgador sinvergüenza y condenar al fuego eterno a quien no se quite la gorra al paso de la procesión.
"Nos, los que llamamos radicales a los de otras falsas religiones y sectas paganas, afortunados por ser los elegidos de Dios, disponemos que esta invasión católica que se inicia con la entrada en Jerusalem de aquel al que crucificaremos y termina con su resurrección, sea considerada en este estado aconfesional y a todos los efectos : Semana Santa. Y los que no estén de acuerdo que hagan uso de esa tolerancia bovina que nosotros nunca estaremos dispuestos a utilizar; o si no, como diría mi sobrino (aunque él me llama padre): que se suban aquí y que pedaleen."
¡Qué les dáis, Benedicto, Rouco y cía, para que sigan tragando!. Tal vez sea la falsedad (¡ay de vosotros hipócritas y fariseos!), la falta de compromiso o fe del fotógrafo (bodas, bautizos y comuniones), el morbo del hábito (uniforme de conductas irregulares) y esa posibilidad mágica de ser un verdadero hijo de puta, arrepentirte en el último minuto y entrar triunfante en el cielo.¡Qué maravilla!, ¡qué bien se vive en la ignorancia!.
¡Qué les dáis, Benedicto, Rouco y cía, para que sigan tragando!. Tal vez sea la falsedad (¡ay de vosotros hipócritas y fariseos!), la falta de compromiso o fe del fotógrafo (bodas, bautizos y comuniones), el morbo del hábito (uniforme de conductas irregulares) y esa posibilidad mágica de ser un verdadero hijo de puta, arrepentirte en el último minuto y entrar triunfante en el cielo.¡Qué maravilla!, ¡qué bien se vive en la ignorancia!.
Tengo claro, desde mi profundo descreimiento de seminarista, que si Jesucristo (el que mejor me cae de toda esta cuadrilla) apareciera, lo haría para volver a echar del templo a todos los mercaderes: a quienes tergiversan sus palabras y hacen más grande el ojo de la aguja que el camello; a los que huyen de los pobres y siguen acudiendo al chocolate con picatostes de Don Fulano; a esos consorcios católicos con rígidos líderes y largas y flexibles raíces que abrevan en beneficios bursátiles o políticas ministeriales; a los meapilas que miran con desprecio a los infieles y se santiguan cuando salen del prostíbulo; a las beatas, cofrades de Santa Víbora; a los que interpretaron aquello de "dejad que los niños se acerquen a mi" como una coartada libidinosa....; y saldrían zumbando del templo la mayor parte de jerarcas, administradores de una de las empresas más longevas y fraudulentas de la historia de la humanidad. Eso sí, volvería a ser crucificado, esta vez por su condición de terrorista.
Yo no quiero ser parte de esta familia.¡Que me desapunten!
¡A que impresiona!
A los pocos curas y monjas que siguen el evangelio, agrupados casi todos ellos alrededor de la Teología de la Liberación.
Recordando a Casaldádiga: "Si hubiera más gente como ellos habría menos ateos como yo".
Recordando a Casaldádiga: "Si hubiera más gente como ellos habría menos ateos como yo".
Jaht