martes, 28 de diciembre de 2010

César





Las cosas no pintaban bien para César cuando hace unos 18 años decidió acercarse cautelosamente y con una exquisita educación, que intentaba infructuosamente servir de barrera, a los aledaños de la mesa uno del Café de Freddo. Los tertulianos de aquellos días le habilitaron un cálido nido, que previamente habían acolchado con respeto y camaradería, a sabiendas que llegaba derrotado tras una dolorosa travesía, salpicada de fracasos y desafectos.
Fue entonces cuando conocimos a la persona de la que habíamos oído hablar y que no encajaba en ninguna de las leyendas urbanas que algunos lenguaraces y negros arácnidos habían tejido a su alrededor.
Luego, tras él, llegaron otros, atraídos por el embrujo de sus palabras y el cantarín discurrir de un río de sabiduría que, cual bebedizo mágico, aliviaba nuestra sed de conocimientos.
Entre las posibilidades que, como conversador, le brindaban Jaraíz y sus aledaños eligió una modesta mesa redonda, casi una camilla, en la que debatió de tú a tú con mecánicos, fotógrafos, cerrajeros, médicos, compañeros de instituto, alumnos, jornaleros, parados...; y entre Ducados y cervezas prestó oídos a quienes, como a él, desazonaba la vida.

Las estaciones marcaban también el color y la temperatura de las charlas, las largas charlas, que entonces importaban más que cualquier otra cosa. Del caliente refugio cerca de la pizarra, mecidos por la música de Jazz, saltábamos a la calle (...que ya es hora), donde bajo el jolgorio de los vencejos y el errático aleteo de los murciélagos abríamos cada primavera una nueva temporada de terrazas. César aparecía entusiasmado, también porque las blancas y perforadas sillas de la pizzería le anticipaban que estaba próximo el fin del curso, y elegía un sitio que le permitiera colocar su espalda contra la pared. Decía que esta manía era una tara de su infancia y que él era fiel a sus debilidades, pero algunos siempre sospechamos que se refugiaba en esta excusa por no declararse mirón incorregible y para no perder la oportunidad de vigilar la calle y sus movimientos; desde ese mirador privilegiado salieron algunos de sus cuentos y muchos de los personajes que pueblan su minimalista mundo literario.
Cayeron años como hojas. La existencia, la intemperie o el azar llevaban y traían parroquianos a la mesa que alguien denominó de los escritores, aunque sólo había uno. Nuestro amigo César decidió quedarse para siempre, abonado, y formando parte de ella incluso cuando se hallaba encaramado al púlpito de un taburete.
Una tarde de Mayo nos presentó a Hola, una perra tuerta y canela que había salvado de la crueldad callejera y del atroz escarnio que sufren los sin papeles. Ella se hizo dueña de la casa y él ya no tendría que cargarse de valor para volver al lugar en que nadie le esperaba. Además, su nombre, el de la paciente amiga, era una necesaria pildorilla de ánimo y de ahora en adelante nadie podría decir que hablaba solo.

En un período de desavenencias con su propia soledad aprovechó para hacer nuevas intentonas en el peligroso mundo de la pareja, con "seres humanos", como él se hubiera encargado de aclarar; y tras agrios encontronazos, que reabrieron viejas heridas, llegó el encuentro con Begoña que fue capaz, no sin esfuerzo, ayudada por el poderoso bálsamo del querer, de domeñar al niño que el buen escritor y mejor persona llevaban dentro.
Y la vida transcurría al ralentí: sosa, monótona y previsible; ¿qué más puede pedir quien huye de las sorpresas y las aventuras?.
Más hojas; algunas nieves; El Cuchillo de Jorge Cafrune; llegada del galgo que se quedó en proyecto; adiós al "insti", adiós a las caricaturas; libros leídos, libros por leer; guitarras; encajar críticas laudatorias; Paso de contarlo; churros y chocolate con el Pink; escapadas al Gallinero; ¡ojo, Pedrito!; helados para Mohamed; ¡insufribles invasiones agosteñas!; paseos con dos perros parias; conversaciones con mi psicóloga; ¡por dios!; tardes de Freddo; Hola, adiós; curso de alemán; taller de lectura; la familia Acquaroni; coplillas para Mario; teórica de motos; Nuevo Café; devorar internet; paseos con un perro de buena planta y sin pedigree; series televisivas; karma con agujeros (como los calcetines); tabaco; la casa de Bego; ¡qué alegría Rocío!, ya de vuelta; carcajadas con Ortega y Pacheco; bermudas, bastón y gorrita; Manolo y Conchi; Jose, por favor, haz llegar este paquete a Valentín; hay que repetir esto; llamadas perdidas; Rafa y Milo en la puerta del ambulatorio; aquí tienen muchos medios; Pedrito, me han enseñado tarjeta amarilla, por fumador; ----------------

Justo ahora, César, cuando los rotos parecían bien zurcidos y la vara mágica del tiempo había convertido los estridentes violines en flautas dulces y las encendidas arengas en serenas reflexiones. Nosotros habíamos apreciado aquello y gustábamos de esto, porque por encima de cualquier otra consideración lo que nos importaba era tu compañía.
Nos vas a permitir: que te sigamos viendo doblar cualquier esquina, oírte toser muchos metros atrás, que hablemos de ti aunque te hayas ido y nos riamos con tus cosas, con las que vivimos juntos y las que hubiéramos vivido, si la fría madrugada del 18, te hubieras quedado de este lado del túnel en lugar de seguir la resplandeciente luz, buscando posiblemente un mejor lugar para la lectura.

Para quienes conocieron al mismo César que yo conocí y sienten escalofríos por el cariño perdido.
Y para Manolo Merino, el fotógrafo.
Jaht

domingo, 17 de octubre de 2010

Otoño


Aquellos días eran livianos y tranquilos, el otoño llegó de puntillas. Una tarde cuando paseábamos por el camino de las Majadillas arrojó sobre nuestras nucas un puñadito de brisa y al volvernos escalofriados supimos que estaba escondido tras cualquiera de aquellos robustos castaños. Quisimos pensar que sonreía. Porque en aquellos momentos, con el corazón en calma, nosotros no podíamos imaginar el desasosiego de quienes se hunden en las hojas muertas, ni pensar que el viento y los aguaceros pudieran nada contra nuestro hogar de roble y de piedra.

Más tarde, al bajar del monte, vimos gente que miraba las nubes con angustia, convencidos de que allá no se ocultaba ningún Dios amigo; oímos ulular a niños sin madre, desnudos de amor; supimos de apasionados que cambiaron besos por cuchillos y de hombres que campaneaban entre higueras amarillas. Fuimos conscientes, a la par, de que éramos las únicas flores vivas en aquel  erial y no pudimos sentirnos afortunados. Entonces, en silencio, nos arropamos con un abrazo, temiendo ahora sí, la llegada del invierno.
Jaht

Para Rocío, el otro croco.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Carta de un perdedor


A quien se sienta aludido. A ustedes.

Señores:

Me alegraré que al ser esta en su poder se encuentren con la suficiente predisposición para intentar entender y comprender. Yo quedo regular, tirando a mal.
Sé que  son más listos, más instruidos y que mientras yo "perdía el tiempo" destripando terrones y aventando estiércol, ustedes se esforzaban en descubrir en los libros mundos maravillosos, personajes fantásticos y maneras de conseguir un título, que ahora les sirve a la mayoría para vivir dignamente.
En el mismo momento que sufrían en el pupitre y ante un examen con diez preguntas y treinta posibles respuestas; yo, en plena libertad campestre con el agua acariciándome todo el cuerpo y el barro masajeándome los tobillos, cargaba alegremente un remolque con sacos de pimiento de ochenta kilos.Ya entonces, sin saberlo, contribuía solidariamente con la universidad y sus becas. Pero llegó el progreso, vestido con relucientes chapas de tractor y me robó el jornal.

No supe esforzarme lo suficiente y por eso acabé en el andamio bronceándome y silbando los éxitos de Estopa. Durante tres años, de castillos en el aire, los chicos de la construcción empezamos a ser un "buen partido", aunque seguíamos sin escuchar a Mahler. Luego, ya saben, lo que ya sabían: el globo se deshinchó y los vanguardistas financieros, los grandes estudiosos de los mercados hicieron mermelada con nuestras hipotecas y nuestro futuro.

Sepan que conseguí sentirme muy útil, arropado por un salario suficiente, recogiendo la basura. Sí, escondiendo sus inmundicias, que no eran pocas porque: a mayor consumo mayor patriotismo (por eso tan difícil de equilibrar las balanzas). Me sentí hasta válido cuando fui consciente en una huelga de lo importante que éramos las hormiguitas fluorescentes; pero cayó sobre nosotros la criminalización, se referían los medios a los empleados del servicio de limpieza, en el mismo bloque que dedicaban a las guerrillas terroristas y a los de Al Qaeda. Mercadearon los Ayuntamientos y nos entregaron a empresas privadas y Ett's (sí, las pesticidas esas), pasando de hormigas a escarabajos peloteros que luchan por una porción de mierda. A esta última maniobra la llamaron "optimización de los recursos municipales".

Llegué a conocer e incluso tutearles a algunos en la barra de un bar. Ustedes estaban al otro lado y solían leer las páginas salmón del periódico, aceptaban todos los halagos, eran comprensivos con los mal hablados e incluso terciaban suavemente en las disputas futbolísticas, pero nunca perdonaron a quien les llevaba la contraria en temas ideológicos o se expresaban contra su sentir religioso. Decían: "Yo soy más demócrata que nadie pero este nuevo concepto, como es imperfecto, nos ha traido no pocos excesos, el más significativo es que cualquier papanatas pueda decir lo que quiera sin pagar peaje".
Pero sí que seguimos pagando peaje prueba de ello es que tardé poco en estar en la calle por no admitir aquello de que "el cliente siempre tiene la razón".

Podría también hablarles de mis meses de camionero y de mecánico, mis dos años de jardinero, mis semanas de montador de muebles y mis días de antenista; pero sé que su tiempo es oro (la mayoría de ustedes ya habrán dejado de leer), mientras que el mio morralla. No obstante si esta misiva ha caído en sus manos en pleno proceso de evacuación estoy de suerte, en esto, aunque les pese, nos igualamos; sé que sentados en la taza todos leemos cualquier cosa, y me van a permitir algunas reflexiones en voz alta:

- Para no estar cualificado creo haber recorrido un interesante espectro laboral. ¿Tal vez la preparación sirve para trabajar poco y en una sola cosa?. Sé que yo no podría pilotar un avión o colocar una prótesis de cadera, ¿pero podrían un piloto o un cirujano llevar a cabo alguna de mis labores?, ¿un agresivo broker tendría suficiente paciencia para acompañar amorosamente el proceso de maduración de los tomates?.

- ¿Tan buenos son los resultados de su actividad y tan malos los frutos de mi productividad para que existan esas diferencias en los salarios?. ¿Tan importante es un ingeniero especialista en armas que matan sin hacer ruido y tan "mindundi" un pescador, para que el hijo del primero acuda con su descapotable a las clases de la Universidad de Westminster y el del segundo trapichee con tabaco de contrabando para trucar el vespino?.

- Algunos de los grandes avances, algunas de las grandes obras, algunos de los grandes descubrimientos de los más aventajados (que han estudiado con nuestra ayuda) están sirviendo precisamente para dejar a la gente "a dos velas": máquinas inteligentes, programas informáticos....; que no estarían nada mal si todos viviéramos y se repartiera lo que va quedando, incluido el trabajo (¡ese castigo bíblico!), que no debe ser poco a pesar del desempleo,  ya que no quieren que nos jubilemos y  los grandes gurús socio-económicos claman para que volvamos a las jornadas de principios del siglo XX. 

- ¿ Por qué los políticos que supuestamente nos representan: visten como ustedes, comen con ustedes, algunos también se acuestan con ustedes y, tras recoger el botín en las elecciones, están más de acuerdo con ustedes (que son pocos) que con nosotros (que somos el resto)?.

- Espero que mis palabras les aflojen el vientre. Puedo pensar diferente, ¿verdad?, sin que me llamen demagogo (no podría serlo aunque quisiera, la demagogia sólo es practicable desde el poder). 
¿Puedo imaginar un mundo más razonable, ni siquiera digo justo que eso ya sería mucho pedir, aunque no sea contertulio televisivo pagado por algunos periódicos (independientes, por supuesto), experto en políticas económicas (sólo capitalistas), historiador de historias de vencedores, emprendedor triunfante (hoy, mañana el dólar dirá) o banquero (el Supremo Hacedor que no tiene nada suyo)?. 
¿Puedo decir aquello de: creo hablar en nombre de los obreros?. ¡Me hace tanta ilusión!

Sí, la ilusión también la compartimos: ustedes son ilusionistas y nosotros los ilusos. Nos han hecho creer que si nos lo montamos bien, y nos sacrificamos una vez más, alguno de nuestros nietos puede llegar a sentarse en un Consejo de Administración de una Multinacional. O sea, que seríamos obreros en estado de descomposición pero satisfechos de abonar a los prohombres de un nuevo orden mundial, entre los que, no olvidemos,  puede estar alguno de nuestros vástagos. Sólo tenemos que dejarnos llevar y comenzar a simpatizar con los nuevos conceptos empresariales de la nueva era: flexibilización, deslocalización, learning, rightsizing, outsourcing.....y muchos más términos acabados en "on" y en "ing" que en definitiva lo que quieren decir es: máxima riqueza para cuatro, mínimos gastos para cuatro y migajones para cuatrocientos.
Por supuesto ustedes abogan porque desaparezcan figuras antiguas y que incluso deberían prohibirse en sociedades "modernas" y "avanzadas": nada de sindicatos, ni huelgas, ni convenios....nada que huela a sudor o a lucha por alcanzar derechos que nadie regala. Y todo este esfuerzo de imaginación, ¡no faltaría más!, en nombre del progreso.
Pues bien, yo no me lo creo, no me creo nada y si ustedes me lo permiten ya que estamos en tono coloquial y jugueteando con la escatología: ¡me cago en sus proposiciones!.
¿Desde cuando el FMI, el BM, la CEOE o el BCE piensan en los trabajadores antes de tomar decisiones macroeconómicas?. ¿Qué lecciones de modernidad pueden dar parte de los "nostálgicos" empresarios españoles?. ¿Qué contacto con la realidad pueden tener quienes la sobrevuelan: jerifaltes, politiquillos y pesebreros,  más ocupados en blanquear sus ingresos, en aprenderse el listado de paraísos fiscales o en contratar el mejor bufete de abogados del mundo, o al mafioso más avispado, para que les salve el pellejo?. ¿Dónde está la tan cacareada soberanía de los pueblos y la democracia, cuando hay que seguir las políticas que nos marcan las potencias o los diez hombres más ricos del mundo?.

Como imagino que sus estreñimientos no serán tan pertinaces me voy despidiendo, porque intuyo lo que van a hacer con la hojita, y yo sólo quería poner en común con ustedes algunas de mis inquietudes por si les podía causar un poco de malestar; ya saben, lo de la china en el zapato.
No teman, su estatus no peligra; sólo advertirles de que este pais está lleno de gentes que aspiran a ser tan sinvergüenzas como lo son ustedes y yo sé que ustedes aman la competencia,  pero sólo hasta cierto punto.
Les saluda con desgana un viejo obrero que no sabe ser otra cosa.

A los que siguen creyendo que sobran razones para convocar y apoyar cinco Huelgas Generales más como la del 29 de Septiembre. Y al Roto, que ha dicho más con un dibujo que yo con todo un discurso.

 Jaht

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ya No Hay Locos


Cada vez más perezoso el escritor, con mala conciencia, exclamó: ¡Dios mío!, sin dudar en ningún momento de la inexistencia del Ser Supremo. "Os estoy fallando -dijo, simulando dirigirse a una virtual parroquia enfervorecida-, sé que estáis a la espera de una de estas historias mías que algunos saboreáis con delectación y a otros os sirven para purgaros, que tampoco está mal". Mientras, continuaba taladrando la pantalla del ordenador con la sólida esperanza de encontrar a aquellos que en  alguna ocasión habían comentado sus textos. Aquel estado de ánimo tal vez hubiera sido transitorio, y su soledad curable, si el brote esquizoide no hubiera asomado caprichosamente su cabecita en la sala de internet de la Biblioteca Nacional de España, y si en la caja de herramientas de uno de los fontaneros del servicio de mantenimiento no sesteara, provocativamente indolente, un berbiquí automático con baterías de petaca.

Con la lengua mordida entre los labios y el dedo introducido en el orificio del centro de la pantalla, que acababa de horadar, intentó tocar el vuelo de la falda de Jara, el hombro mojado (estaba el mar por medio) de Ray, la sonrisa de Candela.... Sangrando, buscó un poema de Luisa para vendarse y frescas cataplasmas empapadas de Mediterráneo para la frente que hacía de barrera al volcán de su cabeza.

-Entonces aparecieron ellos y cortaron la conexión. Todo volvió a ser aburrido y triste, todo se vistió de blanco y me trajeron aquí a pasear contigo que ni siquiera sé como te llamas, que siempre te ríes, aunque te hable de la muerte de mi madre y que sólo abres la boca para pedir tabaco.

 Jaht
Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos
que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora ... ¿cuándo se pierde el juicio?
León Felipe

miércoles, 19 de mayo de 2010

Orozco


Todavía era capaz de emocionar, aunque en defensa propia había decidido hacerlo con más oficio y menos verdad.  Fingía sentir lo que en otros tiempos le hubiera puesto al borde de un ataque de miedo, del éxtasis o del dolor.  Dicen que hace  años hubo de suspender algunas historias para ser atendido por médicos o curanderos, y no sólo él, también algún oyente hiperestésico.
Era el penúltimo cuentista al uso, el último que se hacía anunciar a través del pregonero, de suerte que ya no acudía a los pueblos que habían cambiado al voceador por la megafonía.  Supuestamente no sabía leer, ni escribir y para contar solo necesitaba silencio y una fogata (aún en Agosto) para que, según él, "broten el misterio y la música necesaria que han de acompañar al relato".  Los que llevaban tiempo siguiéndole hablaban de que nunca le habían oído repetirse, era un fantástico improvisador.

Entre las muchas peculiaridades que vestían al respetado vagabundo, no era la menor el paradójico desconocimiento que rodeaba a la persona más escuchada en muchas leguas a la redonda. Nadie sabía su procedencia, ni edad; sus gustos o aficiones; sus creencias religiosas o políticas....De ahí que todos intentaran relacionarle con los personajes que vivían en sus narraciones; por eso era el eje de tantas leyendas: que no era cierto su analfabetismo, que había sido muy rico y que se había echado a las trochas por culpa de una prima de sangre azul, que en sus días mozos fue campeón de boxeo y amante de una famosa coplera vieja, que tenía una condecoración por salvar al hijo de un Primer Ministro portugués.... Los pocos que no le querían bien alentaban la sospecha de que en la guerra había sido coronel, no queda claro en qué bando, y mataba a los presos descabellándoles con un estoque.
Sólo en su titulación coincidía todo el mundo: Orozco, era catedrático de caminos.

Todos los años, dicen los viejos que salvo el de 1965, cuando pintaban las primeras cerezas, empezaba a barruntarse la llegada del "Cuco", como también se le conocía en la aldea.  Una semana antes se hablaba de él en el ultramarino: "...dicen que le han visto por Plasencia, y que se ha dejado la barba".  Aparecía a media mañana, siempre acompañado de tres perros que aunque no fueran los mismos siempre se llamaban igual: Pao, Luci y Martín;  los "cientificos del rumor" concluyeron que serían nombres de hijos de distinta nacionalidad.  El Consejo de Ancianos que se reunía, huyendo del resistiero del sol, en los soportales de la plaza para dictar sentencias poco benévolas, masajear la petaca, escupir en los hormigueros y lanzar sus garrotas contra galgos fornicadores, se levantaban solícitos y se convertían en el comité de bienvenida y en representación del alcalde le hacían entrega de las llaves de un pajar, hogaño el de Juan "Breva".  Luego volvían a los poyos y a la Guerra de Africa mientras el caminante, convirtiendo el trío de acompañantes en jauría, enfilaba hacia el arroyo para comer y refrescarse.

Aquella misma tarde Lorenzo "el Manco" tiró de corneta para anunciar pescado fresco, el cobro de la contribución y la primera sesión, en el patio de las escuelas, del hombre con "más cuentos que Calleja".  Quienes aún desconocían la presencia del fabulador experimentaron la agradable sensación que se tiene cuando estás a punto de descubrir algo nuevo, o de aventurarte en un prometedor viaje. El bando recomendaba llevar sillas y algunos palos para alimentar la hoguera.  Las mujeres no olvidaban los pañuelos: por lo del lagrimeo, ni los hombres la bota de vino: por lo del carraspeo.
Los muchachos eran los más madrugadores y media hora antes del arranque del primer cuento ayudaban a Orozco a ultimar los detalles: preparar la pira, llenar el barril (búcaro, para él), orientar la mecedora del orador en función de la luna, buscar tabaco para su pipa .....; y conseguir un lugar próximo al fuego y la palabra.
A las diez en punto la voz grave del cuentacuentos apagaba los murmullos y se apoderaba de la luz y de las sombras:  "En un lugar muy remoto, antes de que los dragones se convirtieran en rocas......."
Y yo empezaba a volar lejos, muy lejos, en esa alfombra trenzada con vocablos que sólo aterriza con los aplausos.

Aún me llegan por Mayo, con el "trasnear" de los mirlos en el sotobosque, evocativos fragmentos de la increíble, "pero cierta", experiencia vivida por la hija de unos feriantes que habiendo recorrido el mundo entero decidió, en un paseo por la floresta, aburrida de lo conocido, comer de las bayas que convierten a las personas en gnomos para así ampliar horizontes.....; y en mis excursiones al monte va conmigo la quimera de las cabras que antaño fueron ninfas castigadas por no aceptar los requiebros de Polifemo...

Se van la tarde y los colores de estos campos castellanos perdidos en la inmensidad,  y apenas puedo seguir garabateando en mi libreta.  Entré hace horas, huyendo del calor, en este pequeño cementerio que ni siquiera sé a qué pueblo pertenece.  He comido, dormido y escrito bajo el único algarrobo y sobre una lancha de piedra, alejado de nichos, cruces, flores de plástico;  y aliviado por un botijo que algún alma caritativa ha dejado bajo el árbol, quiero pensar que para socorro de quienes se aventuran por estas inhóspitas tierras.  Al incorporarme infiero que he estado recostado sobre una tumba pues mi mano advierte sobre la losa rugosa una rústica inscripción que, contra toda lógica, no me sorprende. Dice: Colorín, colorado...



A quienes están dispuestos a seguir siendo siempre niños para no prescindir de los buenos cuentos.


Jaht    



                                                        

lunes, 3 de mayo de 2010

El Hombre del Pelo Blanco

 Aquel día,  después de años,  juntó fuerzas para no seguir aplazando el encuentro con el hombre del pelo blanco.  Se enfrentó decidido y clavó sus ojos en los de él,  que se mostraron huidizos en el primer embate,  para tornarse duros e inexpresivos a continuación.  Supo que no iba a ser tarea fácil penetrar,  y bajó la cabeza repensando una estrategia.  Cuando la levantó,  desafiante,  advirtió una mueca parecida a una sonrisa resignada y por esta grieta coló su primera pregunta:  "¿Quién eres?".
El esclerótico rostro,  sucio de barba,  de aquel triste despojo  tardó una eternidad en recibir la orden cerebral para movilizar los músculos faciales,  aunque sólo pareció obedecer el orbicular de los labios que musitó un casi inaudible:  "Tú deberías saberlo".   La mirada,  esta vez,  se hundió en el bisbiseo y el reconocimiento de la voz le trasladó  a unos tiempos remotos,  vividos o soñados:

Allí estaba un agitado Ricardo dando ordenes y corriendo de un lado para otro,  atendiendo llamadas de teléfono,  soportando a la abuela,  que intentaba anudarle la corbata,  y dictando una carta a su secretaria.  La empresa surcaba los mares,  más a ritmo de lancha de motor que de velero y no podía descuidar el pilotaje ni siquiera el día de su boda.  En los cuatro lustros vertiginosos que sucedieron se le pudo ver apareciendo feliz,  por una exitosa venta,  dos días después del nacimiento de su hija;  llegando irritado al cementerio,  reprochando a su padre que se hubiera muerto en momento tan inoportuno;  dejando que su mujer se divorciara por carta y con su abogado;  olvidando el cumpleaños de su madre y traspapelando el número de teléfono;  en definitiva,  borrando con dinero el nombre de todos los afectos que interferían en su vida.... Una de sus pocas noches desperdiciadas se había sincerado con un camarero y había intentado explicarle lo maravilloso del poder,  de su erótica,  para acabar diciéndole:  " Pobre currito,  es inútil,  tú nunca sabrás qué es eso,  no hay nada comparable". Pero el camarero,  saltándose la profesionalidad,  respondió:  "  Usted no tiene nada con qué comparar,  aunque no lo crea es más pobre que yo".

El que interroga sabe que aquella sentencia del filósofo de la barra quedó dentro de su interlocutor,  como una espina,  al principio indolora,  después molesta,  para terminar siendo una úlcera sin cauterización posible,  por más alcohol que echara a la hoguera de las evocaciones; ¡cómo escuece la verdad!. Recuerda también que Richi (como siempre le llama mamá Clara),  había vuelto al Café Uzala tres años después a exigir una disculpa o a buscar una respuesta,  pero el mozalbete irrespetuoso había volado,  ni siquiera le recordaban.
En la mañana del cara a cara,  antes de que un timbrazo indicara el inicio de la cuenta atrás,  una nueva pregunta,  sin respuesta,  desencadenó un torpe y desamparado llanto que terminó en grito desgarrador,  que bien pudo haber sido terapéutico y purificador de no haber escrito ya el amanuense del destino,  con sangre indeleble,  un nombre y una fecha.

 El individuo canoso,  hace poco joven,  tiene los hombros y el tronco hacia adelante,  de manera que sus brazos cuelgan lasos cerca de las temblorosas rodillas;  entre los dedos pendulea un telegrama. Arrastrando los pies por los interminables pasillos,  vuelve otra vez frente al espejo con la robótica serenidad de los zombies y arroja,  con sorprendente fuerza,  la máquina de afeitar, pasando de una sola e inmensa soledad a decenas,  puntiagudas,  que se multiplican por todo el cuarto de aseo. Se agacha y despacio toma una de ellas entre sus manos,  deja caer la bata,  enciende el canal de Música Clásica y se introduce en el jacuzzi,  dispuesto a darse un baño caliente y a dormir,  por fin,  el más dulce de los sueños.



Para mi hija Silvia que ha cumplido años, pocos. Con la certeza de que sus buenos sentimientos la marcarán siempre el camino.


Jaht


jueves, 22 de abril de 2010

Jaralandia


En un mundo muy lejano, que está ahí mismo, viven algunos hombres sin cabeza y hermosas mujeres de franjas bicolor ( medio senegalesas, medio islandesas), yerbas e inflorescencias parlanchinas, y cuadrúpedos que fuman dedos secos manchados de nicotina mientras leen las noticias que las inquietas hormigas, letras con patitas, escriben sobre un tapiz de pétalos de margarita, mientras captan emisiones con sus antenas. Lo curioso de ese remoto universo, que muy pocos conocen, es que puedes acceder inmediatamente a él si sales volando por la puerta o andando por la ventana; si quieres viajes interestelares has de utilizar la lanzadera de la chimenea.

Ayer estuvimos allí, aprovechando el retorno de las golondrinas, que quisieron agasajarnos por nuestra hospitalidad. En la tarde perfumada, sin horas y sin gravedad, flotamos hasta la pradera de los manantiales y nos tumbamos a la sombra de una pizpireta encina con pamela, masajeados por miles de sedosas lombrices verdes. Bebíamos jugos de arco iris mientras nuestras amigas gorjeaban hermosas piezas para flauta y violín; en los entreactos libaban infusiones frescas de polen para aliviar sus gargantas. No éramos los únicos en disfrutar del concierto y la campiña: cientos de originales homínidos y otros curiosos bípedos (algunos, haciendo el pino, se desplazaban sobre los hirsutos pelos de sus cabezas, otros ventilaban sus corazones sacándolos del pecho y, atados a una fina arteria, dejándolos volar como cometas); vacas transparentes, surcadas por innumerables senderitos de leche de color, en función de las flores del menú; caballos de tres patas renegando, divertidos, de carros e hipódromos; ovejas negras con blancas gafas de sol; niños y cachorros persiguiendo juntos, entre risas, una gigantesca bola de plumón de ese pajaro raro, híbrido de avestruz y Charlie Parker..........

Antes de volver, Cecilia tomó un biberón mitad azul, mitad rojo, fruto de la rumia bovina de violetas y amapolas y a Ismael hubo que rescatarle del nido de un aguila al que había ascendido por el cuello de una jirafa, que dijo llamarse Paula; y que portaba, inserto en los cuernos, un casco de bombero.
Nunca sabes el tiempo que pasas allí, pero no importa, lo difícil es reunir fuerza de voluntad suficiente para emprender el regreso, porque no es fácil dejar un mundo en el que siempre es primavera y lo único que se te pide es que sumes tus fantasías y respetes todas las de los demás.



Para Ismael y Cecilia  quienes un día, sin quererlo, abandonarán Jaralandia.

Jaht

jueves, 15 de abril de 2010

Shaka Masekela

Los niños recibieron la lluvia entre sorprendidos y asustados. Algunos, ni siquiera albergaban recuerdos de este fenómeno meteorológico pero enseguida supieron, de manera instintiva, que aquello era algo bueno: los colores quemados recobraron pronto su esplendor, el aire se hizo más respirable y las vacas daban saltos que parecían formar parte de la danza iniciática que continuaron todos los hombres y mujeres del poblado. Los más pequeños, gateaban desnudos por las calles y unían su alborozo al de padres y hermanos llevándose a la boca una especie de terroso maná que saboreaban mientras batían sus manitas.
Shaka Masekela tenía cinco años y llevaba tantos minutos sin bajar del cielo la mirada que de sus grandes ojos, sin pestañeo, caían mezcladas aguas dulces y saladas, y hacía gárgaras mientras gritaba para no tragar el líquido que había capturado con su boca abierta al borde de la dislocación. Era su primera vez, y hoy aún tiene frescas las risas de su madre mientras con grasa perfumada de antílope frotaba su dolorida mandíbula el día que siguió a la tormenta.
Chris, de 34 años, se había unido a la fiesta y tirado un carrete en aquella aldea próxima a Maseru, la capital del antiguo protectorado de Lesoto, un día cualquiera de 1981. Todos estaban demasiado eufóricos y ocupados como para prestar atención al fotógrafo delgaducho, que llevaba una semana por aquellas crestas, aunque podría pensarse que había venido a visitar las letrinas o los matorrales, a juzgar por la cantidad de viajes que a ambos sitios realizaba.

 Tiempo después, cuando Masekela escapó de sus montañas áridas y sin árboles; cuando dejó atrás el SIDA y dos bultos sobre la tierra, arropados con treinta y tres y treinta y siete piedras, que se correspondían con años vividos; cuando concluyó que el lema de su patria: "Paz, lluvia y prosperidad" nunca se cumpliría, viajó por el mundo en buques fantasmas, realizando trabajos infames, hablando inglés con los mercaderes y zulú con las ratas a las que disputaba el camastro.
En el atraque al puerto de una isla portuguesa, tras dos años de embarque, aprovechando una noche de temporal saltó a tierra y callejeó por los desiertos alrededores. Se movía como un felino, saltando de sombra en sombra; pero el silencio y la extrema soledad le animaron a practicar la libertad de invadir espacios de luz; así llegó al escaparate de una librería y se quedó de piedra al ver un póster con la foto que encabeza este relato. Supuso que algo mágico había en aquella aparición; a la vez, un relámpago convirtió en luz las tinieblas y volvió a verse bajo la lluvia, veinte años atrás, escoltado por Pakalitha, Leabua, y la naricilla y tímida boca de su hermano Berea, muerto aquel mismo año. Cuando consiguió reaccionar, dió un paso atrás, cayó de rodillas y levantó brazos y cara hacia el cielo permitiendo que la borrasca azotara todo su cuerpo. Esta vez las gotas que estallaban contra su rostro traían sal por lo que dedujo que, a veces, las nubes tampoco aguantan el llanto.
Jaht

Gracias a Chris Steele-Perkins por su maravillosa fotografía

Esta historia va para Fanny que eligió el 10 de Abril para nacer
porque siempre se pudo permitir el lujo de competir con las flores.

jueves, 18 de marzo de 2010

Semana Santa


Y digo yo que Santa será para quienes aprovechan estos estupendos días en que la primavera explota para huir precisamente de todo lo que la Semana debía representar para los presuntos creyentes: ascetismo, sacrificio, oración, ayuno y penitencia. A cambio, queridos hermanos: soberbios banquetes, dulces siestas y lujuriosos ríos de placer, tentarán y vencerán sin resistencia el escaso interés en acompañar al nazareno en sus cuitas y dolores; ¡pero si hay que hacerlo, se hace!.
Todo este esperpento con la bendición de los capitanes de la Santa Madre Iglesia que con tal de no perder clientela se apuntan al regodeo, convirtiendo en lágrimas de risa las que habían de ser derramadas por la muerte de Cristo, y en botas de vino su Santa Sangre.
Y estoy hablando desde la lengua del respetuoso ateo, el que no entiende la mofa que algunos hacen de sus propios dioses y principios religiosos. Porque si esta Iglesia, que se monta en estos días desfiles con clarines y teatros para turistas, que no distinguen esta fiesta de los Sanfermines;  y es connivente con las agencias de viajes y las ofertas hosteleras, quiere luego hacernos creer que son un dechado de sensatez y espiritualidad, ¡van dados!.
Eso sí, todo se disfraza de solemnidad y pueden venderte como mérito puntuable la ingesta de langosta en lugar del solomillo; o aplaudir la liberación de Barrabás, un carterista vestido de saco, en lugar del encarcelamiento de un cura pederasta; o llevar bajo palio a cualquier comulgador sinvergüenza y condenar al fuego eterno a quien no se quite la gorra al paso de la procesión.

"Nos, los que llamamos radicales a los de otras falsas religiones y sectas paganas, afortunados por ser los elegidos de Dios, disponemos que esta invasión católica que se inicia con la entrada en Jerusalem de aquel al que crucificaremos y termina con su resurrección, sea considerada en este estado aconfesional y a todos los efectos : Semana Santa. Y los que no estén de acuerdo que hagan uso de esa tolerancia bovina que nosotros nunca estaremos dispuestos a utilizar; o si no, como diría mi sobrino (aunque él me llama padre): que se suban aquí y que pedaleen."
¡Qué les dáis, Benedicto, Rouco y cía, para que sigan tragando!. Tal vez sea la falsedad (¡ay de vosotros hipócritas y fariseos!), la falta de compromiso o fe del fotógrafo (bodas, bautizos y comuniones), el morbo del hábito (uniforme de conductas irregulares) y esa posibilidad mágica de ser un verdadero hijo de puta, arrepentirte en el último minuto y entrar triunfante en el cielo.¡Qué maravilla!, ¡qué bien se vive en la ignorancia!.

Tengo claro, desde mi profundo descreimiento de seminarista, que si Jesucristo (el que mejor me cae de toda esta cuadrilla) apareciera, lo haría para volver a echar del templo a todos los mercaderes: a quienes tergiversan sus palabras y hacen más grande el ojo de la aguja que el camello; a los que huyen de los pobres y siguen acudiendo al chocolate con picatostes de Don Fulano; a esos consorcios católicos con rígidos líderes y largas y flexibles raíces que abrevan en beneficios bursátiles o políticas ministeriales; a los meapilas que miran con desprecio a los infieles y se santiguan cuando salen del prostíbulo; a las beatas, cofrades de Santa Víbora; a los que interpretaron aquello de "dejad que los niños se acerquen a mi" como una coartada libidinosa....; y saldrían zumbando del templo la mayor parte de jerarcas, administradores de una de las empresas más longevas y fraudulentas de la historia de la humanidad. Eso sí, volvería a ser crucificado, esta vez por su condición de terrorista.
Yo no quiero ser parte de esta familia.¡Que me desapunten!

¡A que impresiona!

A los pocos curas y monjas que siguen el evangelio, agrupados casi todos ellos alrededor de la Teología de la Liberación.
Recordando a Casaldádiga: "Si hubiera más gente como ellos habría menos ateos como yo".  
Jaht               

sábado, 6 de marzo de 2010

Del Fútbol, la Política y otras Yerbas

 Presentación: Cuanto más vueltas le doy, más paralelismos encuentro entre estos dos monstruos mediáticos de nuestros días: el balompié y el "servicio desinteresado a la cosa pública". El andar en filas diferentes no evita que vayan cogiditos de la mano; a veces incluso haciéndose carantoñas de esas que enervan la líbido y hacen creer que, sin esfuerzo, ascendemos la pirámide del poder, hasta llegar a la tibia y erótica cúpula que erupcionará lava blanca. Permítanme estas licencias literarias porque harán más tragable un discurso tan prosaico.
Intentaré organizarme por capítulos:

* Capítulo 1 -Las Masas- : Son el objetivo primordial, la convincente excusa para que los líderes justifiquen las tomas de decisiones, los movimientos de capital y los medios empleados para alcanzar sus fines....:"Es que yo represento a todos estos individuos que me han elegido para que, desde mi profesionalidad, entrega  y buen hacer conduzca la nave de este gran Club o Partido"; algunos no saben el nombre de su lateral izquierdo, ni recuerdan quién fue el fundador de su marca política.
Estas Masas, cuanto mayores son: más informes, maleables e irreflexivas. Primer objetivo cumplido: han nacido los hinchas, los fanáticos, los que maldicen la autocrítica; los mismos que tiran una botella de brandy al juez de línea o rompen una bandera de su grupo político en la cabeza del opositor, los intolerantes y los que dicen amén.
Aprovechan para sumarse a la muchedumbre, y creerse ganadores al menos una vez en la vida, la más dispar fauna urbana o rural, encabezada por los perdedores de larga duración: jóvenes rapados, con cresta o de una sola corbata, explotados, olvidados, parados, ilusos....y todos los que, también es cierto, sienten la necesidad de creer en algo o en alguien porque el "ciento por uno" les pilla algo más lejos. Y se vuelven hacia los palcos y tribunas con las manos abiertas o los puños cerrados, según pinte. Allá arriba, inalcanzables, están todo tipo de autoridades; mezclados, impertérrito el ademán (aislándolos no sabrías si están en el fútbol, en un funeral, en una parada militar, en los toros, en un mitin, en una inauguración o en un desfile de Agata Ruiz de la Prada), sólo cuando algún asesor de imagen se atreve a bisbisear algo en su oreja aparecen el saludo y la sonrisa. Entonces rugen las enfervorecidas multitudes, tan afortunadas por tener guías maravillosos que les hacen disfrutar .
Todos quedarán apartados tras el triunfo o la derrota: en el campo o en las urnas. Pero quedan convocados para próximos eventos: "...Volved a casa y dejad esto en nuestras manos. Trabajaremos pensando en vuestra entrega para con nuestros colores. No desfallezcáis en vuestros esfuerzos. Seguimos contando con vosotros para futuras gestas. Permaneced atentos a vuestros televisores que por ahí os llegará la información y las consignas. Y recordad que sois seres libres e inteligentes".

* Capítulo 2 -Bipartidismo- : Otra tendencia que hace furor y, que en el caso concreto de nuestras competiciones, está cada vez más institucionalizada: dos únicos y posibles campeones para las ligas políticas o deportivas (¿porqué lo llaman deporte cuando quieren decir fútbol?). Eso sí, que no falten, por un módico precio: palmeros, comparsas y mamporreros. Porque interesan: las mayorías silenciosas, los que dan el barniz de la legalidad,  válvulas de escape (pequeñas y desechables), algunas piezas corrompibles y canteras para extraer nuevos elementos. Para que la puesta en escena sea creíble y definitiva son  imprescindibles los secundarios, el atrezo, los efectos especiales y la marabunta (también llamados extras o figurantes).
Pragmatismo, concentración de capital, le llaman al bipartidismo los que invierten parte de sus emprendedoras ideas en negocios que se articulan en el entorno;  por lo general estos "señores" ni siquiera son políticos o futbolistas, son "salvadores" que tienen a su servicio mercenarios de oro.Y los especuladores se encargan de convencer a la mayoría de que esto es bueno porque ya pasa en otros países muy avanzados y es mejor tener dos equipos fantásticos o dos supergrupos para no dispersar demasiado las ideas, los dólares o los sentimientos. Estos tipos son los que cabalgan sobre el monstruo con dos cabezas y cuando al bicho le duele la barriga se apean y dejan que se coma a los que menos corren.

* Capítulo 3 -Los Fichajes- : Y como las ideologías han muerto y después de todo el sudor de los negros es también incoloro (por aquello de mojar la camiseta), cualquiera puede jugar en cualquiera de los grandes (Madrid, PSOE, PP o Barça) si reúne condiciones, a saber: entrega total (mientras no mejoren su contrato); fidelidad (hasta que venza la tentación transfuguista); educación (decir por ejemplo: individuo que requiere de un correcto tratamiento higiénico y es deudor de instalaciones sanitarias; en lugar de cerdo); ser oenegero (vende mucho, se ahorra en publicidad y desgrava); ser agradecido (no morder la mano del amo); y estar siempre disponible con una sonrisa aromatizada con vaselina; en fin, ser una auténtica geisha.
Un triunfador cambiará de equipo sin desdoro, porque eso forma parte de la evolución natural de algunos homínidos, siempre que su realización personal haya encallado. O sea, siempre que se aprecie una mínima desaceleración en el contador de euros de su libreta suiza o monegasca.

* Capítulo 4 -La Prensa- : ¿Qué sería de nuestros sistemas democráticos paradigmas de imparcialidad, de justicia e igualdad sin esas columnas que sostienen el templo de la verdad?. ¿Qué sería de la información sin esos titánicos periodistas dispuestos a todo por mantener alta la bandera de la rigurosa independencia?. Sin esos diarios de rotundos y humildes encabezamientos: Mundo, País, As, Razón, Mundo Deportivo, Vanguardia...habitados por valientes profesionales que no dudan en llevar la contraria a sus accionistas si advierten que la línea editorial se desvía mínimamente del camino recto y pilla atajos y vericuetos donde se rompen los finos tobillos el sentido común y la transparencia.
¿Alguien duda de la honestidad de los invitados a debates (nueva acepción del vocablo: todos de acuerdo) televisivos y radiofónicos?. Los tertulianos (mal denominados pesebreros), esos expertos que abren nuestras mentes y no pierden  los anillos si han de emplear agua y lejía para limpiar nuestras sucias mentes repletas de apreciaciones políticamente incorrectas rayanas en radicalismos terroristas; son como aquellas señoritas, de sesenta años, del auxilio social que no perdían dignidad por refregar con un fregón de cuerda las rodillas de un huerfanito republicano.
¿Quién puede dudar pues de nuestra preparación política, futbolística y cultural con semejantes filtros de impurezas?. ¿De quienes son las empresas que fabrican verdades?
¿Se imaginan el fútbol sin el Marca, se imaginan la política sin el ABC?. Serían otra cosa ¿verdad?. Pues esa es la "cosa" que yo quisiera.

Epílogo: Hay algo más que el fútbol y la política, por supuesto, hay mucho más; pero los tentáculos de estas artes de embobamiento son tan vigorosos y a la vez tan seductores que acaban envolviendo y rindiendo al ciudadano más recalcitrante.El poder, o el pulpo, consciente de los positivos resultados hipnóticos de estas drogas duras, y que no matan por sobredosis, se muestra generoso en su distribución y nos obsequia cada semana con dieciocho partidos y trece entrenamientos; doce ruedas de prensa de portavoces gubernamentales y doce réplicas de la oposición; siete revistas que hablan del peinado de la novia del crack (que por cierto, es gay); tres titulares, con foto, sobre la ministra de sanidad comiendo hamburguesas; catorce actos sociales (homenajes, presentaciones, estrenos, visitas a hospitales y banquetes ) donde coinciden unos y otros....¿Y quién está ahí babeando al paso del glamouroso cortejo, agitando una banderita de la selección y pidiendo un autógrafo a Pepiño Blanco? Sí, es Juan Español, el prototipo de ciudadano ejemplar, hombre concienciado, ecuánime sabio demócrata que echará la moneda al aire para dar, el día de las elecciones, las mismas posibilidades a los dos candidatos que más carteles hayan pegado y más sobres hayan repartido.
 




A quienes alguna vez creyeron






Jaht

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