jueves, 15 de abril de 2010

Shaka Masekela

Los niños recibieron la lluvia entre sorprendidos y asustados. Algunos, ni siquiera albergaban recuerdos de este fenómeno meteorológico pero enseguida supieron, de manera instintiva, que aquello era algo bueno: los colores quemados recobraron pronto su esplendor, el aire se hizo más respirable y las vacas daban saltos que parecían formar parte de la danza iniciática que continuaron todos los hombres y mujeres del poblado. Los más pequeños, gateaban desnudos por las calles y unían su alborozo al de padres y hermanos llevándose a la boca una especie de terroso maná que saboreaban mientras batían sus manitas.
Shaka Masekela tenía cinco años y llevaba tantos minutos sin bajar del cielo la mirada que de sus grandes ojos, sin pestañeo, caían mezcladas aguas dulces y saladas, y hacía gárgaras mientras gritaba para no tragar el líquido que había capturado con su boca abierta al borde de la dislocación. Era su primera vez, y hoy aún tiene frescas las risas de su madre mientras con grasa perfumada de antílope frotaba su dolorida mandíbula el día que siguió a la tormenta.
Chris, de 34 años, se había unido a la fiesta y tirado un carrete en aquella aldea próxima a Maseru, la capital del antiguo protectorado de Lesoto, un día cualquiera de 1981. Todos estaban demasiado eufóricos y ocupados como para prestar atención al fotógrafo delgaducho, que llevaba una semana por aquellas crestas, aunque podría pensarse que había venido a visitar las letrinas o los matorrales, a juzgar por la cantidad de viajes que a ambos sitios realizaba.

 Tiempo después, cuando Masekela escapó de sus montañas áridas y sin árboles; cuando dejó atrás el SIDA y dos bultos sobre la tierra, arropados con treinta y tres y treinta y siete piedras, que se correspondían con años vividos; cuando concluyó que el lema de su patria: "Paz, lluvia y prosperidad" nunca se cumpliría, viajó por el mundo en buques fantasmas, realizando trabajos infames, hablando inglés con los mercaderes y zulú con las ratas a las que disputaba el camastro.
En el atraque al puerto de una isla portuguesa, tras dos años de embarque, aprovechando una noche de temporal saltó a tierra y callejeó por los desiertos alrededores. Se movía como un felino, saltando de sombra en sombra; pero el silencio y la extrema soledad le animaron a practicar la libertad de invadir espacios de luz; así llegó al escaparate de una librería y se quedó de piedra al ver un póster con la foto que encabeza este relato. Supuso que algo mágico había en aquella aparición; a la vez, un relámpago convirtió en luz las tinieblas y volvió a verse bajo la lluvia, veinte años atrás, escoltado por Pakalitha, Leabua, y la naricilla y tímida boca de su hermano Berea, muerto aquel mismo año. Cuando consiguió reaccionar, dió un paso atrás, cayó de rodillas y levantó brazos y cara hacia el cielo permitiendo que la borrasca azotara todo su cuerpo. Esta vez las gotas que estallaban contra su rostro traían sal por lo que dedujo que, a veces, las nubes tampoco aguantan el llanto.
Jaht

Gracias a Chris Steele-Perkins por su maravillosa fotografía

Esta historia va para Fanny que eligió el 10 de Abril para nacer
porque siempre se pudo permitir el lujo de competir con las flores.

9 comentarios:

Gata Chopada dijo...

Es precioso. Me ha emocionado.
"Paz, lluvia y prosperidad"; voy a tenerlo presente.
Maravillosamente escrito.
Saludos.
(¡Y qué ganas de beber que me han entrado!; eso, gracias a la bonita foto)

Felipe Marín Álvarez dijo...

Muchas Gracias por este post. Lo he disfrutado mucho, pues me ha hecho sentir.

Al final nos estamos haciendo amigos por lo que escribimos.

Curiosa manera de darme cuenta que me caes de puta madre.

Yiyi dijo...

Pues si, muy bien narrao, como un retrato. Incluso llegué a sentir en mi garganta esa aridez y luego el alivio del agua en mi garganta y mi piel.

Y a la Fany, pos eso, muchas felicidades y la deseo un buen chaparrón, pero de flores.
Saludos.

Jara dijo...

Conocía la foto,siempre me habia
impresionado,pero acompañada de
tu relato..tanto,tanto...me ha
emocionado, que ha llegado hasta
mis labios una gota salada,sintiendome
cómplice y compartiendo sentimientos
con Shaka Masekela.

Gracias por este regalo.

Candela dijo...

No podria acompañar a esta foto
algo que no fuera tu relato.
Me ha llegado a lo mas profundo,
removiendo todas mis fibras
sensibles. Ya no puedo apagar
mi sed sin recordar a:
"Shaka Masekela".

Es lo mas bonito que he leído
hace mucho tiempo.

Don Wayne dijo...

Señorita Fanny, no la conozco a Vd., pero estoy seguro de que deberá sentirse orgullosa al verse regalada con tan extraordinario y entrañable relato.
Felicidades amigo Jaht por su sensibilidad y su capacidad narrativa.
Un abrazo

Isabel hermosell Corrales dijo...

Felicidades a Fanny por su cumple y por provocar relatos tan lindos. El final del escrito es brillante.

jorge dijo...

Si, maravillosa fotografía y no menos maravilloso relato; igual de emocionantes, aunque repita lo de comentarios anteriores.Le gustaría, estoy seguro, al propio Steele-Perkins (desconocido para mi, como Koudelka).
Me ha encantado.
Saludos, admirado Jaht, de la conexión canaria.

Raúl dijo...

No puedo decir otra cosa: ¡excelente!

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