jueves, 16 de julio de 2009

Rayan

No llegaste a ver la luz del día, porque esa claridad que percibías era la del túnel que une la vida con la muerte. Te quedaste a las puertas del beso y del abrazo, del calor del sol y del aire que acaricia. El nido que te acogió durante dos semanas nada tenía que ver con el vientre cálido de la breve maternidad de Dalilah, ni con las cunitas de madera, estampadas con caballitos y con balancín que esperaban en las humildes casas de tus sufridos abuelos.
Tú, inocente copito de vida, eres la última prueba de la inexistencia del Dios justo y bondadoso que predican los tuyos y los míos; la triste constatación del hombre imperfecto y la cruel certeza de que la suerte y el destino amable huyeron siempre de los más necesitados.
Te has perdido: el amor y la guerra; la lluvia purificadora y el fuego inquisitorial; los balsámicos cuentos y la áspera realidad; el juego y el trabajo; el placer y el dolor; la pena y el júbilo.... Se te perdió la existencia, te la extraviaron. Nadie supo ayudarte a encontrar el camino de regreso.

Y al igual que hacía Saturno con sus hijos, a tí te devoran ya muertecito, los periódicos y canales de televisión. No les importa que sólo peses dos kilos y que los que te quieren corran despavoridos con una cajita blanca entre sus brazos, sin poder gritar ya porque sus gargantas están secas; desesperados, sólos y abandonados en medio de la multitud.
Dicen que eres noticia, ¡en eso te han convertido!. Hasta los reyes te mandan aviones, quieren fotos contigo antes de que traspases las verjas del limbo. Son los mismos que vierten a tu gente, a nuestros pobres, en pateras carcomidas en medio del océano, con la esperanza de ingresar divisas para forrar con oro sus palacios y las cancelas de sus fincas de recreo.
Eso también te lo has perdido Rayan: la soberbia suya y la ignorancia y estulticia nuestra que alimentan las desigualdades y el hambre con el beneplácito de todos.
¡Quién sabe!, lo mismo no eras tan cándido como imaginamos y has decidido que este mundo al que habías llegado por brutal cesárea no te interesaba y has elegido dormir para siempre al lado de tu madre; nadie ha establecido la edad de la sabiduría.


Sea lo que sea, Rayan, copito desecho de vida, nos queda de tí lo más sólido y duradero: el recuerdo. Tu padre, Mohamed, no caminará eternamente solo porque algunos te hemos conocido y apreciado. Duerme.

Rayan murió en Madrid el Lunes 13 de Julio (dos semanas después de que lo hiciera Dalilah, su madre, de veinte años) por un terrible error médico.
Jaht

2 comentarios:

Raúl dijo...

¡Puta miseria!
Un abrazo.

Yiyi dijo...

¡Joer que impotencia!

Habrá que seguir cebado la mentira y creenos la idea esa de que ahora están los dos juntos en el paraiso que corresponda.
Les deseo a los dos un eterno y dulce sueño.

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