Primeros de Noviembre, cuatro de la tarde de un sábado con olor castañas asadas, falta poco para que el Padre Ignacio dé comienzo al partido que enfrentará al Estrella Roja con el Torpedo de Moscú que, por otra parte, sólo es el anticipo de una esperadísima película del Gordo y el Flaco.
Por una esquina de esta alineación andaba el que suscribe con ganas de cincelar su nombre en los anales del seminario, no precisamente en la lista de los temerosos de Dios, si no en la de los delanteros más temidos. El resultado de aquel encuentro no debió ser tan decisivo, como hacían presumir el rigor y la seriedad de los prolegómenos, pues no lo recuerdo. Será curioso recuperar la información en ese último minuto en que dicen pasa por delante, cual moviola, todo lo vivido con pelos y señales.
De alguno de mis compañeros de juego llegan volando el nombre y sus dos apellidos, de otros sólo el nombre o sólo el apellido, tres de ellos han quedado desnombrados; así pues deduzco que estos últimos eran los más discretos y los que menos tiempo tenían el balón en sus pies; les debo una cien millonésima parte de segundo en el repaso final.
En la hazaña que protagonizamos aquella tarde, la épica no debió aparecer en suficiente cantidad para unir por siempre nuestras vidas (imagino que lo mismo les pasó a los de la "tomadura" de la Isla Perejil) pues sólo a uno he vuelto a ver, un día, con el paso de los años: mi primo A. L. B. que vino a hacerme saber que por fin había triunfado: era un ejecutivo agresivo comprador de basura (literalmente), un adelantado a su tiempo.
Lo que fue de Epifanio, Juan Bueno Paredes, Miguel Vadillo, Eugenio, Plaza, Llave y los tres tímidos (observad la posición de sus cabezas) tras cerca de cuarenta años, es un misterio para mí pero como imaginar no sólo es reconfortante, también económico, me permito el lujo:
Tirando de estadísticas puedo casi afirmar que uno de ellos, creo saber quién, tiene una orden de alejamiento de su ex-mujer a la que golpeó con un jamón piornalego; otro estará felizmente casado con su novio de toda la vida, al que conoció en el cuartel Granada 34 de Huelva; la hija del capitán del equipo es posible que sea la endiosada cirujana que te operó de almorranas; Vadillo tenía desparpajo y sinvergüencería, hoy día puede ser un constructor exitoso; en esta estampa sepia seguro que había también un futuro cura y otro guardia civil, su estrato social lo aconsejaba; y los que quedan es fácil que se dedicaran al funcionariado, a la política o a las dos cosas a la vez.
Yo, el extremo izquierdo, como ya bien sabéis intento destacar en varias áreas que desarrollan conocimientos y experiencias en el campo y en el negocio del ocio, sin olvidar la faceta científica que busca mejorar la interrelación restaurador-poseedor de euros y las variables precio-calidad; doctorados que me obligan a rechazar el interés de las universidades por mis tesis y conferencias si quiero seguir haciendo lo que realmente me gusta: poner vinos, cervezas y cafés.
Lo que fue de Epifanio, Juan Bueno Paredes, Miguel Vadillo, Eugenio, Plaza, Llave y los tres tímidos (observad la posición de sus cabezas) tras cerca de cuarenta años, es un misterio para mí pero como imaginar no sólo es reconfortante, también económico, me permito el lujo:
Tirando de estadísticas puedo casi afirmar que uno de ellos, creo saber quién, tiene una orden de alejamiento de su ex-mujer a la que golpeó con un jamón piornalego; otro estará felizmente casado con su novio de toda la vida, al que conoció en el cuartel Granada 34 de Huelva; la hija del capitán del equipo es posible que sea la endiosada cirujana que te operó de almorranas; Vadillo tenía desparpajo y sinvergüencería, hoy día puede ser un constructor exitoso; en esta estampa sepia seguro que había también un futuro cura y otro guardia civil, su estrato social lo aconsejaba; y los que quedan es fácil que se dedicaran al funcionariado, a la política o a las dos cosas a la vez.
Yo, el extremo izquierdo, como ya bien sabéis intento destacar en varias áreas que desarrollan conocimientos y experiencias en el campo y en el negocio del ocio, sin olvidar la faceta científica que busca mejorar la interrelación restaurador-poseedor de euros y las variables precio-calidad; doctorados que me obligan a rechazar el interés de las universidades por mis tesis y conferencias si quiero seguir haciendo lo que realmente me gusta: poner vinos, cervezas y cafés.
¡Tanto penar para morirse uno!, que diría Serrat.
A los de la foto, que no queríamos creer entonces en las razones de Peter Pan.
Jaht
5 comentarios:
a saber
Mucho tendríaque pensar para recordar la alineación de mi primer equipo. Fueron tantos...
Qué hermosa esa fotografía. Y su color añejo.
Todavía recuerdo, cuando en las interminables horas de siesta en casa de la abuela, en las que estaba prohibido salir a la calle, para no molestar, cualquier cosa que hiciera, si era sin hacer ruido, estaba bien hecha, tras tupirme de chuches y helados, bajaba a la habitación de toda la casa que más curiosidad me daba y observaba durante horas, las paredes y estanterías, en las que cada día parecía ver algo que no había visto el día anterior (aunque llevara años sin moverse). Cierto día armándome de valor y atrevimiento, llevé mi curiosidad un poquito más allá, y yo, k nunca tocaba nada, por no romperlo, abrí un cajón, eso sí, con mucho cuidado, asegurándome de saber donde estaba cada cosa, para que mi presencia no se notara demasiado, y encontré una camiseta un tanto descolorida y vieja, ¡Que chulada!¡Ropa de fútbol!, me encantaba ponerme esa camiseta, (también probé las calzonas y las medias, pero creo que entraban tres "Yo" en ellas), una tarde tras otra seguía bajando solo a ponerme la camiseta de "Estrella Roja" y a observar esas paredes!!!!, eso sí, volver a doblarla era un poco difícil...
Nadís
Este texto en el reverso de esa foto es muy interesnetante, pero creo que la foto para el texto de Nadís sería también demasio. Muy buenos los dos.
Saludinos
Nadís Nadís....tú podrías ser mi prima......¿no?
Jonathan
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