Mientras yo me afanaba, recién llegado el 26 de Junio, en hacer creer a tu hermanito Ismael que un ciempiés, sin zapatos ni calcetines, cosquilleaba su espalda, y que esas caricias se convertían en colibríes enanos que, divertidos, tiraban de sus pestañas invitándole a dormir; tú, Cecilia, entrabas en nuestras vidas a través del teléfono de la abuela Rocío que nos radiaba tu aparición tras un cristal.
Ibas a venir dentro de seis días pero has decidido adelantar tu viaje y bien que te lo agradecerá tu madre, la pobre, que en estos primeros días del verano cortaba el aire denso a machetazos para que tú respiraras partículas frescas y ligeras.
Me dice la abuela que eres muy bonita, con la piel sonrosada, rubieta, la carita redonda y que agarras el dedo de tu padre como si quisieras incorporarte y salir corriendo del hospital. No te impacientes Cecilia que todo se andará.
Como sé que no os dan al nacer libro de instrucciones, que tampoco estaría de más, el que te escribe, que como buen abuelo es un poco "pesao" con esto de los consejos, te pone sobre aviso:
- Cecilia, la vida hay que beberla a sorbitos y saborearla, nada de atragantarse.
- El amor, el que damos y recibimos, es el fuego que nos calienta. Sin él, los seres humanos se transforman en estatuas de hielo que caminan.
- El mundo es muy grande y no todos los niñ@s tienen tu suerte. En algunos sitios, por desgracia, es imposible que traigan algo bajo el brazo. No nos importa que hayas perdido tu pan, pero no olvides la conciencia.
- Los que te queremos y te esperamos, Cecilia, no somos mala gente pero seguro que nos harás mejores.
- Ese niño tan guapo que mañana te cogerá la manita y te mirará con timidez es tu hermano. Los dos estáis en el mismo camino y los dos váis al mismo sitio. Permaneced juntos.
- La Vera, no está mal para crecer, aunque algunos de tus vecinos están empeñados en empeorarla. Ya nos ayudarás tú a evitarlo.
Te imagino satisfecha tras haber encontrado el tibio pecho de mamá Silvia. Luego habrás subido a tu nube de algodón, te habrán acunado al mismo compás de las olas del cálido mar en que has navegado nueve meses y habrás soñado que duermes bajo árboles que abrazan, a la orilla de ríos de leche, deseando que llegue el día para ver en qué isla paradisíaca has desembarcado.
Y mira por donde la tecnología, que algo bueno había de tener, te trae con nosotros y te acerca a tu hermano que esperó como un hombrecito para darte un beso y un regalo.
¡Felices sueños mi niña y dulce despertar! Jaht
Para Silvia y Luismi por hacernos más jovenes y más abuelos y para Ismael que seguirá siendo por siempre príncipe republicano.