domingo, 31 de mayo de 2009

Banquete de Trabajo

Las ocho de la tarde. Una hora después de la señalada en la tarjeta fueron apareciendo tímidamente algunos personajes. Eran novatos. No sabían que las normas, no escritas, sobre el comportamiento social de los "ilustres" aconsejan retardar la puntualidad en al menos hora y media, para estar más próximos al momento álgido de la reunión: la entrada del invitado de honor.

Así pues era lógico su nerviosismo, sus miradas alrededor, sus preguntas a los camareros que, dicho sea de paso, vestían mejor que alguno de los recién llegados; de ahí su miedo a ser confundidos con la servidumbre.
Fuí, en esta ocasión, testigo ocular por mi condición de asalariado con graduación; puesto al que fuí alzado gracias a las buenas gestiones del INEM (mi cuñado trabaja allí), que atendiendo mi nivel académico me consiguió, por unas horas, la plaza de Jefe de Guardarropía en la sección: Pieles Auténticas; cargo de gran responsabilidad como se encargó de destacar mi superior, el Consejero de Asuntos Sociales, en las presentaciones.

Pude reconocer entre los advenedizos madrugadores a uno de mi pueblo, que sale mucho en las fotos, y su señora. Ostensiblemente desconcertados paseaban entre las mesas situadas a lo largo del amplio salón.
Era visible su inmadurez protocolaria, pues no sabían qué hacer con los huesos de las aceitunas. Hubiera sido terrible que algún meritorio hubiera hecho acto de presencia pillándoles en esa embarazosa situación que imposibilita el aplauso, es decir: con las manos plenas de pipos, como hubiera dicho mi abuela.
Por fortuna, la "alcaldesa" de mi pueblo vislumbró una maceta donde depositar la molesta carga, operación nada fácil al ser de diseño danés el citado objeto. Hizo partícipe del hallazgo a su consorte propinándole un codazo que a punto estuvo de costarle un ojo de la cara, al desabrochársele el grueso tirante de colores patrios.


Poco a poco el salón se fue poblando de perfumes franceses, chinchillas de la América Meridional, trajes parisinos, zapatos y bolsos de cocodrilo amazónico y supongo que también de braguitas neoyorquinas y calzoncillos italianos.
También fueron ocupando su lugar las risitas, las inclinaciones de cabeza, los aplausecillos, los comedidos abrazos, los guiños cómplices y el serrín. Sí, aunque elemento plebeyo, el serrín era al parecer inexcusable cada año. Sus señorías estaban ya acostumbradas a las presencias de cuatro sirvientes que sembraban el suelo de esas mágicas virutas que impedían que nuestros banqueros, gobernantes y adláteres dieran con sus apreciados y bien forrados esqueletos sobre el mármol de Carrara.
Efectivamente, las añejas cosechas de vino y las recientes babas de los principiantes (boquiabiertos ante tan gran despliegue de clase y elegancia) dejaban el suelo apto para el patinaje.

Como es lógico, en una reunión de tan alta alcurnia, los diferentes corrillos formados trataban temas de gran interés social y reflejaban preocupación por el delicado momento que estaba viviendo esa personalidad andaluza, de todos conocida y la disyuntiva que se le planteaba en el inmediato futuro. Sin duda era aquella tarde el tema principal...Los grupos se hacían eco de sus últimas declaraciones y se apostaba por una u otra salida.
Momentos antes de la aparición estelar de la noche, cuando ya escaseaban los bogavantes y los exquisitos patés, la mayoría estaba convencida: debía olvidar, aún estaba a tiempo de rehacer su vida. Prácticamente por unanimidad dieron su bendición a la Pantoja para mandar al "Cachuli" a hacer puñetas (el de mi pueblo también votó a favor).

En esas estábamos cuando se apagaron y encendieron las luces en dos ocasiones, avisando de la llegada del deseado. Los invitados fueron acallando sus comentarios y abriendo pasillo. Todos pugnaban por colocarse en primera fila (el paisano lo consiguió aún a costa de perder la parienta).
¿Vendrá ella?, se preguntaban ellos. ¿Vendrá él?, se preguntaban ellas.
Se abrió la puerta. Alguien inició un tímido aplauso que al momento fue clamoroso. Transcurrió un minuto y cuando decrecían las palmas se oyeron unos pasos que avivaron las muestras de júbilo y fervor. Entonces entró un jornalero uniformado con chándal de mercadillo, gorra de marca de piensos, zapatillas hadidas (estas sí, con hache) y bolsa de deporte Seúl 88; se colocó en el centro de la sala y les hizo un colosal corte de mangas, acompañado de un grácil giro de 360º, digno de Nacho Duato. Todo transcurrió tan deprisa que cuando salió nuestro hombre, ellos, estupefactos y forzados por la inercia aún no habían dejado de aplaudir.


Dedicado a Diego Cañamero y sus gentes del SOC andaluz

Jaht

sábado, 30 de mayo de 2009

La Lluvia

Bajo un portal.
Piedras mojadas y brillantes.

El agua se vuelca de la paleta del cielo y pinta, transparentes, todos los colores que ya agonizaban de sed.


La niñ
ez vuelve y el tipo calvo y panzudo se convierte en estatua que corre, sólo los ojos vivos, por las calles del pueblo.

Todos esperan. La lluvia es el preludio de algo que va a pasar. Mientras tanto es el agente encargado de repartir paz y sosiego.

Todo duerme, salvo los buenos y balsámicos recuerdos.

La lluvia es algo que siempre sucede en el pasado (Borges)
Jaht

viernes, 29 de mayo de 2009

The End


Es cierto, aunque las cosas no iban demasiado bien, tampoco pintaban tan negras. Difícil presuponer aquel desenlace.
La 6ª temporada de cineclub tocaba a su fin. Aquel día se proyectaba la última película y los pocos socios que con cierto desánimo se acercaron a la sala comenzaban a sentirse una especie en vías de extinción y husmeaban un futuro incierto. Nadie hubiera imaginado que el enemigo estaba también al otro lado de la pared blanca.
A la proyección que remataba el curso cinematográfico, una de guerrilleros, con abundantes tiros y explosiones, asistieron unas 35 personas. Cuando se apagaron las luces del Avenida la ruleta comenzó a girar.
Luisa y Alberto, cogidos de la mano, vibraban con los esfuerzos sobrehumanos de los libertadores. Paco dormía como un bendito como en él era habitual, recolocándose en su butaca cada vez que el respetable chistaba para acallar sus ronquidos y Adolfo rumiaba con pesar, en “la fila de los mancos”, la despedida por cuatro meses de las sesiones de cine.
A falta de media hora, en medio del fragor de la batalla, una serie de extraños gorjeos enfadaron al público que reaccionó con comentarios del tipo: ¡ya está bien Paco, vete a la calle coño!..La mano de Luisa resbaló. Y el silencio volvió a reinar en la platea.
Cuando las luces de la sala se encendieron, un pavoroso griterío atravesó los sólidos muros del edificio. Puede decirse que en el pueblo hubo un antes y un después (al menos eso dijo Iker Jiménez). En medio, aquel minuto de caos: tres balas, tres muertos, tres agujeros en la pantalla…
Investigaciones posteriores concluyeron que las muertes habían tenido lugar a la altura horaria del último combate y que los impactos: ojo, frente y corazón; eran sin duda obra de avezados francotiradores con fusiles láser. Pero nunca se encontró al autor o autores, ni explicación de porqué el calibre de la munición se correspondía con el utilizado por la CIA en 1968.
Algunos volvieron a creer en brujas y otros, detractores sin duda del Cineclub El Gallinero, aprovecharon para comentar: Se veía venir, esto no podía acabar bien.

A los resistentes del Cine Club El Gallinero.¡Venceremos!


Jaht

jueves, 28 de mayo de 2009

Ismael


En el país de Extremainfancia, aunque se trabaja mucho, no se vive del todo mal. Allí, el mayor peligro viene de los pérfidos pinchaculos malos que son plantas con espinas pero que en su versión buena transmutan en flores y frutos; saludan, recostados sobre el viento, y hacen cosquillas en las plantas de los pies.
Mi señor y yo luchamos también incansablemente contra temibles animales, variopintos y multicolores, que habitan nuestros bosques veratos: bisontes, hipopótamos, elefantes, tigres, rinocerontes, osos, serpientes de tres cabezas, lobos; toros y búfalos; águilas y buitres….Los biólogos y científicos habrán de desdecirse: no sólo alimañas de otros continentes se esconden en nuestros robledales y dehesas, puedo jurar que nos hemos enfrentado a mamuts, dinosaurios y dragones. Bien es cierto, que cuando el filo de nuestras espadas ya no corta y hemos agotado toda la munición de nuestros rifles, mi señor, que es gran estratega y diplomático, se hace amigo de todos los bichos vivientes antes de que nos ataquen buscando venganza.
El caballero al que sirvo también administra un hospital donde se recuperan animales heridos, árboles calvos, lagartijas pijas y bebés abandonados de cochino-jabalí que llevan un collar con chupetes de bellota. Su naturaleza filantrópica también le ha empujado a abrir colegios para que vayan: el niño de la vaca de hueso, los ositos de peluche, las mariposas chiquititas que aún no saben volar, los saltamontes con una sola pata de muelle, los gusanitos locos y los mosquitos, que aún no saben esconderse cuando vienen las golondrinas en vuelo rasante. También se restañan armaduras en mal estado de escarabajos que han chocado contra la pared.

Pero a pesar de su bondad no duda a la hora de encarcelar a los pinchaculos reincidentes e incluso se muestra firme cuando ha de guillotinarlos con su propia mano, en aplicación de la sentencia máxima.
En nuestras aventuras suelen acompañarnos tres animales protectores del palacio: las feroces fierecillas Tula y Tripi y el invisible cancerbero Cus.

Hoy, día 28 de Mayo, es un gran día, nuestro príncipe republicano cumple años. Todos los seres de Extremainfancia están de fiesta. Todos menos yo, su caballo, al que él llama Abuelo. Tendré que llevarle a recorrer su reino, para que recoja los más que merecidos parabienes de sus súbditos.

En el cuarto cumpleaños de Ismael
Jaht

miércoles, 27 de mayo de 2009

Interrumpir


-¿Puedo interrumpir?-interrumpió mano alzada en medio del Pleno del Ayuntamiento - y sorpresivamente el Alcalde Presidente le dijo que sí, que tenía cinco minutos para expresarse.

-Quiero hacer uso de los cinco minutos que amablemente se me han concedido- dijo pulsando ostensiblemente un reloj cronómetro que llevaba en la mano- y ya que no se me ha
pedido que me ciña al orden del día no me ceñiré en absoluto.
He asistido a los últimos veinte plenos que han tenido lugar en este Ayuntamiento. Ustedes me habrán visto sentado siempre en esta esquina, tomando notas y se habrán preguntado quien soy…..pues bien sólo soy un discreto ciudadano que hoy va a dejar de serlo, aunque intentaré seguir siendo respetuoso. Yo quería hacer un seguimiento de mi voto, al que por cierto no he encontrado en todo este tiempo; y tras dos años y medio, con los datos que he ido almacenando, creo estar en disposición de demostrar científicamente que son todos unos impostores.

En este dossier que está a disposición de cualquiera de los aquí presentes puede contrastarse, por ejemplo, cómo algunos concejales pueden en un mismo día apoyar una propuesta y su contraria, expresada en otros términos. Como unos y otros, gobierno y oposición, embisten con saña contra sus propios programas electorales, unos en dieciocho ocasiones y otros en veintitrés. Pueden leer en la página cuarenta y ocho que han utilizado tres horas y veintisiete minutos en atacarse personalmente, sacando a relucir suegras, aficiones etílicas y conductas sexuales dudosas.

Los de la oposición no han hecho una sola propuesta para mejorar la vida en este pueblo, sólo esperan que el gobierno actual se pudra, en compañía de sus errores, en su elegida y distinguida claustrofobia. Ya saben: “…quítate tú para ponerme yo”.
El apartado de la página 57, lleva por título: “Prebendas, favoritismos, presiones y otras inmundicias” y como podréis observar hago un detallado repaso a los permisos concedidos y denegados y a sus razones, y al antes y después de sus protagonistas. Es todo tan evidente y tan cierto que nadie presentará una demanda contra mí. Yo tampoco perderé tiempo en juzgados y en pleitos que costeamos los ciudadanos y que cuando nos enfrentamos a nuestras instituciones nos asfixian en largos y farragosos procesos que siempre perderemos, aún cuando nos den la razón. Yo creo en la ética y no en la “justicia” que se ampara en interpretaciones de la ley; y cae sobre los individuos o los bufetes de abogados en función del poder adquisitivo del demandado.
En este informe de noventa páginas, del que repartiré copias en formato CD, hay suficientes razones para que yo pida formalmente la dimisión de todos y cada uno de los concejales que están sentados ahí arriba, por acción o por omisión.Disculpen la interrupción y me gustaría que el minuto y medio del que aún dispongo lo dediquemos a la reflexión mientras les hago llegar las copias.
Gracias por haberme escuchado.
Jaht

martes, 26 de mayo de 2009

El Francotirador

Te conocí hace 16 años. Eras un idealista que me reprochaba con dureza mi falta de compromiso, mi desinterés, mi escaso dinamismo y mis complejos de culpa. Fernando, recién cumplidos los 25, rebosabas vitalidad, imaginación y simpatía. Arrastrabas tras de ti una corte de jóvenes encantados, que te habíamos coronado monarca de la ilusión. Yo fui uno de tus discípulos, escéptico en un principio y radical defensor de tu doctrina a los pocos meses. Eran tiempos de poco dinero y muchas risas, de pelos largos y amor libre, de sinceridad e inocencia; convencidos como estábamos de estar creando una sociedad más justa.

Por ti me encuentro hoy aislado en esta buhardilla, disparando a ciegas mi escasa munición sobre un ejército de "personajillos", a quienes les resbalan cuerpo abajo mis proyectiles, tras chocar contra su cara de hormigón.
Pero no perdamos el hilo de la historia: Un día decidiste hacer política desde dentro, "...una cuestión estratégica", según tus palabras, y yo, pobre imbécil, seguí creyendo en ti y en tu desinteresada vocación social.

Cuando ganasteis las elecciones y "...por razones del cargo" hubiste de abandonar la ciudad, recuerdo que me dijiste al despedirnos en la estación:
-¡Animo Loco, venceremos!.

Tiempo después supe por la prensa que te habías guardado el idealismo en el bolsillo y que, algunas veces, echabas mano de él para limpiarte el sudor y algunas otras excrecencias más innobles.
Lo pasamos muy mal. Se rieron mucho de la cornamenta y las orejas de burro que nos colocaste. Algunos del grupo no consiguieron reponerse y, en un estado de fatal desorientación, consintieron en casarse por la Iglesia y bailar un pasodoble con la suegra.

Ha pasado bastante tiempo desde el "ánimo Loco, venceremos". Has salido esta noche en televisión prometiendo la Gloria Eterna a todos los desmemoriados que se atrevan a votar a tu partido; porque a pesar de todas las conjuras judeo-masónicas, vosotros continuáis siendo los poseedores de la Verdad Absoluta.
Te he visto mal Fernando: ya no sonríes, ya no convences, ya no engañas....estás "quemao".

Yo sí creo que las cosas son más fáciles (incluso de lo que parecen) y que hay que tener principios y mantenerlos. Las excusas de quien pasa de calcetines del mercadillo a mistersport de última generación, ni las creo ni me interesan.
Has de saber, cuando haya rodado tu cabeza y quieras esconderte, que en mi humilde casa hay un sitio para tí. Tengo un perchero de pitones auténticos para que cuelgues tu chaqueta; aunque las malas lenguas dicen que es de un tal Emidio Tucci.
Creo, no obstante, que vas a declinar mi oferta. Nunca te interesaron los perdedores.
¡Animo, Fernando, lo has hecho bien, con gente como tú está claro que nunca venceremos!.
A quien se sienta reflejado
Jaht

lunes, 25 de mayo de 2009

Con Lluvia y Radio




Esta entrada
se entiende en clave de programa de radio.
Sus ondas datan del Jueves 15 de Noviembre de 1990.

En ese momento se produjo. Tal y como sale.

Yo no creo en la música como producto que se haya de consumir y después escupir los huesos. La música, las canciones, no van al estómago; siguen volando y girando sobre nuestras cabezas y cuando queremos poner voz a nuestros recuerdos caen sobre los microsurcos de nuestro cerebro. Y allá salen, mezclados con notas, tiempos mejores. La primera vez que escuché este tema, hace doce años, tú estabas conmigo:

The
Carpet Crawl



Antes de tí yo era un solitario que pateaba determinadas discotecas porque en ellas, podías encontrar oscuros rincones donde proyectar fantasías al ritmo del Country-Rock de los Creedence. ¿Recuerdas que te hablé de un tema que se podría traducir como:El Día Nunca Vendrá?. Pues bien acaba de posarse sobre tu ausencia.

Someday Never Comes


Claro que en aquellos días todo nos llegaba con retraso y a medias. Así nos llegó La Estaca de Lluis Llach. No sabíamos qué decía pero presumíamos que debía ser algo muy grande. Y con la emoción de la clandestinidad congelándose en nuestras venas adolescentes, cogidos de la mano, levantábamos el puño libre para gritar: Tomba, tomba, tomba.

Aquello también pasó. Hace poco he comprado una recopilación del amigo gerundense y como sé que me estarás escuchando voy a leerte la traducción de aquel tema con el que jugábamos a ser mayores y revolucionarios. Verás, dice así:

El viejo Siset me hablaba
al amanecer, en el portal,
mientras esperábamos la salida del sol
y veíamos pasar los carros.

Siset: ¿No ves la estaca
a la que estamos todos atados?
Si no conseguimos liberarnos de ella
nunca podremos andar.

Si tiramos fuerte, la haremos caer.
Ya no puede durar mucho tiempo.
Seguro que cae, cae, cae,
pues debe estar ya bien podrida.
Si yo tiro fuerte por aquí
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,
y podremos liberarnos.

¡Pero, ha pasado tanto tiempo así !
Las manos se me están desollando,
y en cuanto abandono un instante,
se hace más gruesa y más grande.

Ya sé que está podrida,
pero es que, Siset , pesa tanto,
que a veces me abandonan las fuerzas.
Repíteme tu canción.

Si tiramos fuerte...

El viejo Siset ya no dice nada;
se lo llevó un mal viento.
- él sabe hacia donde -,
mientras yo continúo bajo el portal.

Y cuando pasan los nuevos muchachos,
alzo la voz para cantar
el último canto que él me enseñó.

Si tiramos fuerte...

L'Estaca



Supongo que tus amigos más jóvenes te llamarán "carroza"; yo también he de pagar el tributo de la edad, pero a veces me defiendo enfrentando a sus: Scorpions, Iron Maiden y Sex Pistols nuestros: Deep Purple, Led Zeppelin y Uriah Heep. Y aunque trato de adaptarme, sigo estando más cerca de los veteranos. Ellos no debieran mirar hacia atrás con ira y nosotros debiéramos mirar hacia adelante sin recelo. Yo soy aún inconformista, por eso la nostalgia que siento al escuchar Gipsy es menor si a continuación escucho por ejemplo a los Ramones :
Gipsy


What A Wonderful World



¿Dónde estarán nuestros amigos?. Los amigos de entonces. Aquellos que nos acompañaban por los atajos de la vida. Los que supieron de nuestros primeros escarceos amorosos y nuestras más sinceras carcajadas. Aquellos que nos enseñaron y aprendieron a nuestro lado tantas cosas. ¿Seguirán siendo los mismos?. Confío en que así sea.

With A Little Help From My Friends



¿Qué nos pasó a nosotros? ¿Qué nos pasó a tí y a mí?. ¿Por qué nos hicimos mayores? ¿Quién inyectó en nuestras venas la desconfianza?¿Por qué llegó el dinero a nuestras vidas?

Money



Sin darnos cuenta nos fuimos alejando y un día supimos, los dos a la vez, que todo había terminado. Yo salí de tu vida y de tu ciudad. Sólo he vuelto a saber de tí por referencias lejanas. ¿Sabes?, en aquellos años me bebí a tu lado todas las ilusiones. Quizás no debiéramos haber vivido tan intensamente.

La Estación De Los Amores



En fin, aquí me tienes contándote algunas cosas a través de la radio. Tengo menos pelo y peor humor, pero por lo demás he cambiado poco, sigo pesando sesenta y cinco kilos y me sigue gustando lo que disgusta a la mayoría. Me voy con nuestra canción. Han pasado veinte años desde que Eric Clapton la compuso pensando en nosotros. Adiós.
Layla



-Los Mágicos Días de la Radio-
Jaht

domingo, 24 de mayo de 2009

Angelito

Ágil, era ágil, nervioso, cariñoso, fogoso y muchas cosas con esa misma terminación que empieza a resultaros familiar y empalagosa. Se llamaba Angelito y había nacido en Roa (Burgos); allí donde en el siglo XVIII ahorcaron a El Empecinado (es jodido mantener los principios).
Dos siglos antes, el Cardenal Cisneros había “doblado la servilleta” en esta burgalesa localidad. El, Angelito; no era conocedor de ninguno de estos acontecimientos. Cuando yo le conocí tampoco sabía de la existencia del cura Merino, ni siquiera de los caldos de la Ribera del Duero: Es posible que aún no se haya enterado.
A pesar de estas “limitaciones intelectuales” él era mi amigo, uno de mis mejores amigos, uno de mis pocos amigos. Ni él, ni yo, sabemos lo que nos une; por qué nos queremos después de veinte años sin contacto. Éramos diferentes, pero jugamos juntos al frontón, subimos al monte, comimos churrascos y nos parecía preciosa "La Cantarina", aquella muchacha del barrio a la que quiso violar su padre, y que no volvió a hacer honor a su nombre.
Angel, aspirante a pacifista, trabajó en Expal (Explosivos Alaveses) cuando la guerra de Irán contra Irak y, sin querer, puso nuevo apellido a su nombre: Exterminador; algunos cachos de aquellas bombas que reventaron niños llevaban su firma. Afortunadamente él nunca lo sabrá, o tal vez lo sepa, y es por eso que me han dicho que camina sólo y cabizbajo las calles de Vitoria, deseoso de encontrar una lata a la que patear.
Tomasa, su madre, hace años que murió y ya no puede espolearle. A veces la vida no es nada sin picadores.
Jaht

sábado, 23 de mayo de 2009

Bahague

La mujer rubia, como la fruta madura, destilaba dulzor y embriaguez. Ahora te quiero sin bahague –le dijo al joven que lamía sus pechos- suspirando dentro de su oreja. Distantes, unos adolescentes desnudos jugaban al yoyó. El muchacho, al compás de las olas, destrenzó el largo y estrecho paño que cubría sus atributos viriles hinchados y se lo anudó a la cabeza. Ella aprovechó para atar tras la nuca las muñecas del filipino y cegar sus ojos con el resto de la tela. De seguido agarró el miembro erecto y estiró, conduciendo al muchacho tras unas rocas que guardaban una playa diminuta: un embarcadero hacia la eternidad. Y allí, los dos, sin tiempo, sin necesidad de tiempo, vivieron felices, embadurnados de ambrosía.

Sin los fotógrafos: Igor Amelkovich y Robb Debenport, esta entrada no hubiera sido posible. Gracias.
Jaht

viernes, 22 de mayo de 2009

Querido Jaime

Hijo, espero que te encuentres bien. No sabes cuánto deseo que las ganas de vivir se impongan y frenen la carrera desbocada que te conducía hacia la muerte. Tu madre y yo confiamos en que la gente de ese centro de rehabilitación pueda ayudarte. Nosotros nada hemos podido hacer y sentimos una enorme sensación de impotencia e inutilidad.

Quiero que sepas, a pesar de los enfrentamientos que hemos tenido, que te comprendo. Sí, ahora, cuando he podido pensar me he dado cuenta de que tú no eres culpable. Perdóname porque en muchas ocasiones fui injusto e intentaba imponer la fuerza de unas razones inexistentes.
Creo que es bueno que hablemos. Es saludable que hagamos un repaso de cuanto ha sucedido, para sacarnos del cuerpo el miedo y la amargura y poder enfrentarnos al futuro con valentía.

Tú tenías veinte años y unos padres que estaban demasiado ocupados en las fórmulas para conseguir dinero. No nos dimos cuenta de que habías crecido. Comías, dormías en casa y trabajabas por temporadas; y nosotros, cuando nos acordábamos de tí, considerábamos que la vida transcurría normalmente y que cumplíamos con nuestro deber de padres. Tu madre incluso estaba orgullosa porque no nos causabas problemas, porque nunca protestabas y porque no se te conocían vicios mayores.

Cuando nos dijiste que querías marcharte, no lo entendimos. No nos entraba en la cabeza. Pensábamos que lo tenías todo. Bien es verdad, que por entonces el trabajo escaseaba, pero lo mismo había pasado otras veces y tú podías esperar porque nosotros podíamos darte para los gastos. ¡Qué tontería!, ¿verdad?.
Tu madre lloró mucho y yo traté de convencerte para que te quedaras, y quise saber las razones que te impulsaban a tomar esta decisión. Sólo dijiste: "No sé, tengo que marcharme", y entonces, por primera vez en muchos años, te miré a los ojos y ví una mirada triste y confusa; y me dí cuenta de que no nos conocíamos, de que nunca habíamos hablado de nosotros y de que ya no tenías siete años.

Nos costó acostumbrarnos a tu ausencia. ¡Eras nuestro único hijo!. Realmente, cuando te fuiste, caímos en la cuenta de lo poco que habíamos hecho por tí.
Pero fueron pasando los meses y nos conformamos de nuevo, llegando a la conclusión de que así es la vida y que de lo que se trata es de seguir viviendo.
Tus cartas, cada vez más distantes y con distintos remites, nos causaban desasosiego porque no había en ellas ni un gramo de ilusión. Ni siquiera sabíamos si nuestra respuesta llegaría a tus manos. Seguías buscando...

Nosotros manteníamos la esperanza y nos convencíamos el uno al otro de que en cualquier momento todo cambiaría, porque en el fondo tú eras un muchacho responsable y conocíamos a otros chicos que habían vuelto a casa o se habían estabilizado.
Cuando nos preguntaban por tí, comentábamos que te iba muy bien, que habías encontrado un buen trabajo y que de momento no habías pensado en casarte. Que no venías a visitarnos porque estabas muy atareado, pero que habíamos hablado por teléfono y habías prometido estar con nosotros unos días por Navidad. Sabes que nada de esto era cierto, y tampoco servía para acallar los rumores maliciosos en el pueblo.
Al parecer alguien te había visto por Madrid y, según él, estabas en una situación lamentable. Hablé con esta persona y fuí a buscarte, pero ya habías volado. Por entonces hacía casi un año que habías dejado de escribir. Nosotros seguíamos alimentando los anhelos con mucha imaginación y contando muchas mentiras respecto a tí; mentiras que llegábamos a creernos por la necesidad de agarrarnos a algo.

Aquella noche, al abrir la puerta y encontrarte en el umbral tan desmejorado, temblando y con sólo una bolsa de plástico por equipaje, sentí a la vez pánico y alegría. Cuando te abrazaste a nosotros con desesperación pensé que no había nada que no pudiera solucionar la fuerza del cariño.
Tu madre achacó tu mal estado a la mala alimentación y a la falta de cuidados (clásica ceguera maternal). Yo supe de inmediato que había algo más que te estaba destrozando, y cuando después de cenar me pediste dinero y saliste apresurado de casa, me convencí de que por desgracia mis temores eran ciertos. Mi hijo había caído en un pozo. Estimulado por el reencuentro llegué a creer que seríamos capaces de sacarte de él.

Luego vino lo demás: un verdadero infierno para tí y para nosotros. Tu dependencia, cada vez mayor, que en principio alimentábamos con nuestros escasos recursos; las peleas entre tu madre y yo, que teníamos distintos criterios a la hora de enfocar el tema, la falta de información, la vergüenza, el ocultismo y el desgaste físico y anímico de los tres.
No sé si recuerdas todo aquello porque tú vivías con una sola fijación y al margen de cualquier contacto o relación.
Nos refugiamos, tu madre y yo, bajo el paraguas de quienes sufrían también en este mundillo siniestro e intercambiábamos penas e incomprensiones; y cuando alguien nos decía: "Mi hijo está peor que el vuestro", nos sentíamos estúpidamente reconfortados.

Confieso avergonzado que en más de una ocasión deseé tu muerte. Y no era tan sólo un posicionamiento egoísta, también pensaba en tí y en lo mal que lo estabas pasando. Me acobardé y llegué al convencimiento de que nada se podía hacer, sólo esperar el desenlace final.
Me falló la gente ¿sabes?. Me fallaron los amigos y me caí también en tu pozo, aunque yo no necesitara la droga para seguir con los ojos abiertos en plena oscuridad. Y allí estaba a tu lado, en el fondo: sin hablarte, sin mirarte, sin tocarte, rodeado de jeringuillas y notando como cada minuto hacía un surco sobre mi piel. Envejeciendo deprisa, deseando que todo acabara cuanto antes.

Sabía que tu madre seguía dándote dinero, pero me daba todo igual. Sabía además que nos quedaba ya muy poco y que cuando se acabara se precipitarían los acontecimientos. Trabajaba como un autómata porque por suerte sólo necesitaba mis manos para realizar la labor rutinaria.

En este punto estábamos cuando apareció Miguel y habló con nosotros de la drogadicción como una enfermedad que puede curarse. Yo, en principio, no me creí nada. Fue tu madre la que hizo un último esfuerzo y, siempre de la mano de Miguel, se anduvo todo lo necesario para ingresarte en el centro en el que te encuentras.

Nos han dicho, tras dos meses, que estás mejor y un poquito de oxigeno ha entrado en nuestros pulmones.


Jaime, te queremos mucho. Haz lo posible por ponerte bien. Recuerdos de Ana, ella también te espera. ¡Ojalá que podamos estar juntos en las próximas ferias, tenemos ganas de presumir de hijo!.
Hasta pronto. Por favor, escribe. Tu padre:
Agosto.199o
Jaht

jueves, 21 de mayo de 2009

Progreso

El hombre no entendía qué estaba pasando. Miraba a un lado y a otro buscando respuestas. Nadie estaba preocupado, nadie iba a sacarle de su asombro.
Había huido de la cómoda vida de Alajuela porque necesitaba nuevas experiencias, aventuras, saciar su curiosidad; pero no estaba preparado para el absurdo.
Costa Rica, un mar de por medio y Europa. Su conocimiento del idioma y su peritaje agrícola le habían ayudado para conseguir un trabajo inmediato en un pueblo del sur de Francia. Estaba satisfecho. La gente parecía amable y los compañeros de trabajo se habían interesado esa primera mañana por sus orígenes y su situación. Se le encomendó el almacenamiento, en un inmenso hangar, de cajas de fruta. A un lado cientos de palés de verdes y brillantes manzanas, en un lugar próximo los sonrosados melocotones, más allá las peras, las ciruelas, los dulces albaricoques. Todo sano, apetecible, sin mácula. Descargaron camiones durante toda la jornada. En alturas de dos metros largas hileras alineadas. A las cinco de la tarde dejaron de entrar camiones en el cobertizo y Oscar se sintió satisfecho y relajado. Trabajar en algo que acabará sobre una mesa aportando salud y placer era realmente gratificante. Todos los obreros, finalizado el trabajo, se fueron apartando hacia un lateral y se juntaron alrededor de máquinas expendedoras de café y refrescos mientras charlaban y fumaban animadamente.
Y entonces sucedió: seis enormes planadoras irrumpieron, tres por cada fondo, dentro del ámbito fragante. El ruido de las máquinas se impuso a la algarabía de los operarios que decidieron, botes y vasos en mano, alejarse como de costumbre, salir al exterior. Sólo el costarricense, paralizado, fue testigo de cómo en cinco minutos se deshacía en ríos de líquido dulzón y pulpa el trabajo de un día de veinte hombres. Las filas eran engullidas por las apisonadoras como helechos en bocas de dinosaurio.
En un minuto pasaron por su cabeza miles de estampas de niños desnutridos y muertos de hambre. Oscar se sentó, lloró y decidió irse aquella misma noche.
Jaht

miércoles, 20 de mayo de 2009

Días de Mili

Amigo:
Te escribo desde una litera y desde una tarde parda y angustiosa. Hace un mes que nos emborrachamos juntos por última vez. Dos días después salí al encuentro de un petate y un corte de pelo. Y aquí me tienes, reducido a un número y a un manojo de impotencia.
Aquella noche, por efectos del alcohol, vimos todo de color rosa y llegamos a la conclusión de que un año cabe en un vaso de Gin-Tonic; pero la realidad es mucho más dura. Ya ves, sólo treinta días desde que agitásteis los pañuelos y tengo la impresión de haber envejecido un lustro. Esto es jodido colega; mírate bien lo de la objección de conciencia o la insumisión.

Dentro de unos días juro bandera y me darán dos semanas de permiso. Al menos eso se oye por "Radio Macuto". Podré volver a tomar unas cervezas con todos vosotros, pero tal vez tengáis que perdonarme: es posible que yo no sea ya el mismo porque me las estoy tragando muy gordas; vamos, como ruedas de molino. Esto dejará huella.
No quisiera alarmarte pero ya sabes que nunca muerdo las verdades, por eso me revienta tanto esta situación y por eso estoy arrestado tres días en la compañía.

Hecho de menos todo, todo lo que tenía y me han quitado de un zarpazo: la moto, el río, el sol y el aire; las broncas de mi padre, las escapadas al parque con Sara y sus amigas de Madrid; incluso el trabajo: el duro trabajo del campo que tanto me fastidiaba.

Hay quien dice que esto se pasa, que luego te acostumbras, pero pienso que todos estos comentarios son palabrería barata.
Mi padre seguirá pensando que volveré hecho todo un hombre y mi madre se comerá los puños cada vez que escuche algo respecto a los accidentes de los soldaditos. Y todos estarán de acuerdo en que la mili es algo necesario e irreversible, sin pararse a pensar porqué razón ha de ser así.

A veces me pasa por la cabeza la idea de salir zumbando de aquí pero no tengo suficiente valor. Desde la ventana veo, allá a lo lejos, unos árboles que mueve el viento y una carretera que va a alguna parte. Por encima de los muros del campamento llega el ruido de la gente: niños, bocinas, nuestras mujercitas...; la vida está ahí fuera. Aquí dentro todo es de monótono color caqui.
Nunca me habías conocido tan tristón, ¿verdad?.
Todos los días hacemos lo mismo: correr al toque de diana, formar, purgarnos con el desayuno, recoger el cetme y marcar el paso durante horas. Algunas veces paramos para comer y para ser adoctrinados en estrategia militar.
Son poco innovadores estos baluartes de la Patria. Mi padre hacía prácticamente lo mismo que yo en el año 58. Si leyeran esta carta podrían acusarme de rebelión. Justamente lo que soy incapaz de hacer, porque de alguna manera (y he de reconocer su habilidad en este campo) nos castran al cruzar la verja.

Me ayuda mucho poder contar contigo, también escribo a mi madre, pero de otra manera, no quiero que ella se preocupe demasiado.

Imagino que ya estaréis en plena faena. Cuando estés sudando, por cada pelo un chorro, y pienses que los rayos de sol van a terminar por taladrarte el cráneo, no olvides que hay cosas peores y que yo envidio tu situación.

A las dos semanas de estar aquí vino a verme Luisa, sabes a quien me refiero ¿verdad. Sí, esa chica tan bonita que veranea en el pueblo. Estuvo muy simpática y aunque yo estuve un poco soso y avergonzado, quedamos en vernos; pero no me atrevo a llamarla por teléfono porque ella, tal vez, sólo lo dijo por cumplir. Espero verla en el pueblo, durante el permiso.

Rafa, cuando te cuenten lo del bromuro en las comidas, no te creas nada; al meno conmigo no funciona, y además las revistas eróticas que circulan por la compañía empeoran el desolador panorama de tíos salidos como monos.

Aquí hay gente de todo tipo, ¡no te puedes imaginar!. Los pocos veteranos, que ejercen de instructores, y son sólo unos meses mayores que nosotros, parecen nuestros padres y, salvo honrosas excepciones, son autoritarios y pelotilleros. Los reclutas cumplimos día a día con nuestro papel de temeroso rebaño uniformado y los mandos emplean parte de su jornada en dirigir las operaciones desde el bar de oficiales y suboficiales. Todos juntos formamos el "glorioso ejército español".

No sé porqué te cuento tantas cosas, si nos vamos a encontrar dentro de quince días, pero me hace bien charlar contigo. Prometo no darte la paliza hablando de tenientes, capitanes, servicios de cocina, etc... Espero que me destinen más cerca de vosotros para sentirme protegido.
Te dejo para abrazarme a una fregona y conseguir que 400 metros cuadrados de terrazo queden como los chorros del oro, con sólo un cubo de agua.

Saluda a los amigos y a Sara. Un abrazo, Rafa.

Ciudadano Cero. Junio 1992
Jaht

martes, 19 de mayo de 2009

El Hojalatero

Hace unos días, bajo el viento frío y la lluvia, pasó por mi calle un hombre de edad indefinida con una lata de brasas colgando de una mano y un bulto de trapos y varillas a la espalda. Se ocultaba tras una barba de las de antes, barba semanal, y bajo unas ropas de color grisáceo y con remiendos.
Caminaba en blanco y negro, sobre un fondo de color, mientras una voz que recién llegaba de su viaje a través del tiempo pregonaba su identidad: hojalatero y paragüero.
Tuve la sensación de lo auténtico. Supe que aquel personaje se había escapado del album de mi niñez y me sentí mayor; él seguía teniendo los mismos años.
Cuando desapareció al final de la calle y su voz dejó de oírse, me froté los ojos. ¿Qué hacía este hombre con su latita agujereada de brasas en un mundo de tecnologías punta y guerras que se hacen con mando a distancia?.

Tal vez aparecen estos seres de cuando en cuando para recordarnos nuestros orígenes: que somos de carne y hueso y que nacimos porque quiso la naturaleza; para recordarnos que no somos productos sintéticos. Que nuestros corazones laten porque son músculos y no pilas, que en nuestros cerebros no hay teclas, ni botones, que el amor no se puede empaquetar...O tal vez, estos personajes aparecen de cuando en cuando para que un cursi como yo intente lucirse haciendo literatura.
Diciembre de 1995
Jaht

lunes, 18 de mayo de 2009

¡Que voy de boda y de casorio..!

Suenan cohetes. Surcan el aire y revientan, liberando su inexistencia ruidosa sobre las calles vacías del pueblo. No hay niños que corran a buscar las varillas, no hay mocitas tapándose los oidos entre grititos nerviosos, ni hombres sarmentosos poblando las esquinas y vistiendo la tarde de olores rancios a coñac y tabaco.

Es un sábado cualquiera de nuestros días. Alguien se casa. De ello darán cuenta ciento veinticinco invitados, un cura y un par de viandantes curiosos que, de reojo, se han embelesado con los tobillos de la novia, al subir ésta a un coche emperifollado. El acompañamiento, a excepción de tres niños y dos románticos trasnochados, está envuelto en una nube de perfumadísima hipocresía. Han venido a cumplir un trámite social. Cumplir, esa es la palabra. Cumplir y figurar, para que "naide" diga.
Ellos, los protagonistas, los novios, aguantarán toda una jornada de sonrisas forzadas, falsos parabienes y comentarios picarescos. Y esperarán que la noche tienda sobre ellos el acogedor y oscuro velo de la complicidad para, sobre una cama que invita a compartir placeres, experimentar el primer excitante momento de su vida conyugal: la apertura de los sobres.

El señor cura, por su parte, al impartir la bendición culmina su laboriosa faena pastoral: ha conseguido el ayuntamiento de dos ovejas, que en adelante pastarán en el Valle de las Lágrimas como mandan los cánones; es decir, atados por una firma.
Y las mamás llorarán como antes lo hicieron todas las mujeres de sus familias y repetirán aquello de: "se me va lo mejor de la casa"; aún a sabiendas de que habrán de poner una tacita más de arroz cuando hagan la paella porque los chicos están en el paro.
Y los amigos se emborracharán mucho para demostrar su fidelidad y para poder hablar en el futuro de la histórica melopea que pillaron el día de la boda de los recien divorciados: fulanito y menganita.

Para poner fin al simulacro de jornada feliz, los novios firmarán las tarjetas del menú (encendiendo lógicamente los celos del chef) y bailarán con los invitados las típicas danzas rituales del Empujón y el Pisotón. Y entre los clásicos:

-¿Ya os váis?
- Sí bonita porque tenemos los niños en casa. Suerte para casar a los dos que os quedan..
-¡Que seáis muy felices!
-¡Pórtate esta noche!
-El banquete, espléndido, de verdad.
-La ceremonia ha sido muy emocionante.
-Recuerdos a tu madre, ¡la pobre!
-¡A ver tú cuando te animas!
-Me ha gustado mucho el revuelto de champiñones.
-¡Toma un puro compadre!
-No tengáis prisa en tener hijos que la vida está muy "achuchá".
...Y otra serie de observaciones, excusas y sabios consejos, los partícipes de la farsa van desapareciendo del salón.

De vuelta a casa, los comensales salpican las primeras horas nocturnas con jugosos comentarios:
-¡Vaya birria de comida!
-A mí no hay quien me quite que la novia estaba "preñá"
-En el sobre he metido diez mil, ni más ni menos, esos nos dieron ellos cuando se nos casó la Paqui.
-No sé como hay personas tan vulgares.
-¡Qué dolor de cabeza y de estómago!
-En cuanto lleguemos a casa sacas los langostinos del bolso y los metes en el congelador, que bien los hemos "pagao".
-Pues a quien no he visto ha sido al Mateo, ¡hay que joderse, con lo bien que se llevaban antes!...

Y colorín-colorado aquí termina la boda que os he contado. ¿Os habéis reconocido?.
¡Vivan los novios, los padrinos, la compañía y el cura que los casó!.

Gracias, Doisneau. Ya ves, la historia se repite.
Jaht

domingo, 17 de mayo de 2009

Sudaca

Sólo el olor a linimento habita el vestuario. Sudoroso, cansado, las medias caídas, las espinillas sangrantes…, el jugador se derrumba sobre el banco de madera. Lejanos los gritos del público, los abucheos, los aplausos…. El silbato que hace cinco minutos le ha ordenado, tajante, abandonar el campo llega ahora almohadillado, como una pistola con silenciador. Su cuerpo exhala vapor y el relajamiento comienza a apropiarse de sus músculos.
El partido iba bien: buen juego, buen resultado, ¿por qué no aguantó?... Le duelen los vítores que ha recibido de ese fondo.
Pasan cinco minutos, se incorpora con desasosiego; se desnuda, echa al cesto la ropa empapada, lava las botas y se mete bajo la ducha. Respira profundo…El agua no le calma, sigue furioso. Deben quedar unos quince minutos para que el árbitro
pite el final, esto no puede quedar así.

Se enfunda a toda prisa un chándal y unas zapatillas, coge algo de su bolsa de deporte y corre por los pasillos y escaleras hacia el terreno de juego. Se queda a la entrada del túnel para no ser descubierto por el cuarto árbitro y espera….Enseñan el cartel anunciando dos minutos más.. Está nervioso, pero deseoso de poner las cosas en su sitio. Cuando suena el pitido final se da cuenta que ni siquiera ha visto el marcador, pero ya no hay tiempo, ni le interesa…sale como una centella, alguien quiere pararle pero no lo consigue, llega hasta el jugador de tez olivácea, el escurridizo
7 al que le hizo la brutal entrada, le coge de la mano y se lo lleva sin mediar palabra hasta el fondo sur, donde pululan los “cabezas rapadas” que le han reconocido, le aplauden y rugen venganza. El peruano asustado se pone de rodillas y nuestro muchacho no pierde más tiempo: le abraza, le pide perdón y le regala una camiseta que en un partido de copa de hace cuatro años había intercambiado con Zidane.
Esta vez sí, afortunadamente, la grada enmudeció.

Para quienes aman el fútbol y no son ni hinchas, ni forofos.
Jaht

sábado, 16 de mayo de 2009

Moncho

Diciembre. Treinta minutos para la medianoche. El hombre, de unos cuarenta años, entró corriendo y resoplando en el bar de carretera. El camarero oyó a modo de saludo, por centésima vez a lo largo de la tarde, el mismo sonsonete:
-¿Qué frío hace chacho!... -Ni se dignó contestar-

-¿Lo de siempre Ramón? –masculló agarrando por el cuello la botella de Garvey-
-¡Dale! y di a la polaca que baje que hoy vamos bien de tiempo… ¡y de carburante! – rió palpándose la entrepierna-
Vació de un trago la copa e hizo una llamada en su móvil:
-¿Cómo está la niña, va bajando la fiebre?....¡Vale!.. llego pasado mañana….¡Claro que os echo de menos y más en estos días!...Estoy aquí perdido por los Urrieles tomando café, ¿oyes los villancicos?... Duerme tranquila, un beso.

Nadiuska, así la llamaban, había llegado a su altura y se pavoneaba desde los quince c
entímetros de plataforma de sus espectaculares botas que cubrían, hasta las rodillas sus piernas desnudas.
El camionero apuró su segundo brandy, recogió sus dos llaveros (uno del Ché y otro de Franco) de la barra y metiendo la mano bajo el minúsculo pantaloncillo de la joven, volvió a empujarla hacia las escaleras, mientras la interpelaba:
-¿Entonces tú de quién eras, de los comunistas o de los otros?

Jaht

viernes, 15 de mayo de 2009

Turistas

A nuestro paraíso, de días contados, llegan cada vez en mayor número, visitantes de otras zonas del país que se alegran, dicen, de habernos descubierto.
Has
ta hace poco, aún vivían nuestros mayores, los que volvían por la Vera eran los familiares que habían emigrado buscando la gandaya, y que en fechas concretas (que ellos tenían subrayadas en rojo en el calendario del water) invadían las alacenas cual vikingos sibaritas y arramplaban con quesos curados, morcillas de calabaza escurridas con humo, chorizos prietos en aceite y pimentón, orejones de solana, auténtica miel…y los más desvergonzados incluso con lomos y jamones. Ni siquiera perdonaban las fechas del ayuno y la cuaresma (¡tan católicos ellos!) para meterse entre pecho y espalda todas las exquisiteces derivadas del cerdo y de la cerda, aunque a continuación, entre eructos que asfixiaban con lingotazos de vino de pitarra, se calzaran una túnica de nazareno, una capucha de verdugo y empuñaran un cirio que al rememorarles el morcón les hacía lagrimear con emotividad.
Y untando pan en los huevos fritos (cuatro por plato) que la abuela acababa de traer, anidándolos en su mandil, nos hablaban con énfasis de las excelencias de la vida en la capital, del progreso y la educación. Y lanzaban consignas revolucionarias del tipo:
-No seas tonto, “cuñao”, tú vete “p’allá” “c’allí” se ganan “mu” buenas perras.
Mientras, escarbaban en sus muelas con un cuchillo de punta fina, eso sí, colocando la mano izquierda a modo de pantalla para que se viera cuánto habían aprendido en la ciudad.

Por suerte, a medida que han ido bajando el número de matanzas y de huertos han descendido también las visitas de los parientes.
Y hoy, ustedes perdonen, ya escarmentados, desconfiamos de las buenas intenciones de nuestros descubridores.
A las aguas limpias y cantarinas de la Vera. Viven en nuestros recuerdos.
Jaht

jueves, 14 de mayo de 2009

El Voyeur

Detrás todo sucede. Se cierra el telón y se abre la imaginación. Los cándidos niños sacan el hacha que esconden bajo el colchón y se dirigen al sofá donde ronca el bueno de papá. Las insensibles “marujas” que mascan chicles, que visten bata de guata y parecen amortizadas y amortajadas, se enfundan en el lujurioso látex y empuñan fálicos artefactos. El hombre de las manos rotas, de pala y piqueta, llora mientras lee a Walt Whitman. Don Fulano, que acaba de depositar 50 € en la bandeja de la Iglesia, ordena a un teléfono tres desahucios. El sensible y elegante concejal de la oposición, ata a la cama, entre lametones, al machista, grosero y despiadado alcalde, que maúlla tiernamente. El cura se enfrasca en la lectura de Voltaire y la tímida adolescente clava alfileres en una foto de su novio; descorre la cortina, abre la ventana y, divertida, me arroja un horroroso peluche que se agiganta antes de chocar contra mis prismáticos.
Jaht

miércoles, 13 de mayo de 2009

El Político Tobías

Érase que se era una vez un hombre acomplejado, y no sin razón, pues su inutilidad era manifiesta. En su época escolar había aprendido, con gran esfuerzo, a firmar. Sus educadores consiguieron, tras cinco años de paciencia y dedicación, que Tobías supiera que dos y dos no son
ni cinco, ni seis. Como no fue a la Universidad se quedó sin saber el resultado de la suma.
No tuvo éxito en los oficios que intentó: le echaron del Cuerpo de Bomberos por incendiario, y cuando se dedicó a la agricultura consiguió que en los campos que trabajaba no saliera ni la mala hierba.
Tampoco tuvo suerte en el amor, ni fortuna en el juego: su mujer se la jugó con el encargado de un bingo.
Un día, desesperado, Tobías se hizo las preguntas del filósofo: ¿quién soy?, ¿a dónde voy?, y llegó a la conclusión de que sólo le quedaban dos salidas para poder realizarse: quitarse del medio o dedicarse a la política. Y como no fue capaz de hacer el nudo corredizo a la soga que le liberaría, optó por la segunda posibilidad.
Cuentan las crónicas que nuestro hombre hizo carrera. Fue alcalde y hay quien dice que incluso llegó a consejero.

Coda (con perdón)

Tres abueletes filosofan sentados en el poyo de la plaza:


-Yo, no es que me crea la historia, pero cuando el río suena…….
-¡Por algo le pondrían calle en el pueblo!

-¡Y por algo se la están quitando!

A los politiquillos del "..ya veremos qué se pué hacer"
Jaht

martes, 12 de mayo de 2009

¡Vete tú!

Aventuran las leyendas que allá en tiempos de Pirro tuvo lugar la primera y, desgraciadamente, penúltima abstención militar.
Al sagaz y expansionista rey de Epiro no se le ocurrió otra cosa que declarar la guerra a Roma en vísperas de que los poderosos lanzadores de Ioamina se enfrentaran en el terreno de juego con los veloces atletas de Igoumenits y los hábiles espadachines espartanos. Esto sería comparable a que hoy Zapatero le declarara la guerra a Marruecos dos días antes de un Madrid-Barça.

Cuentan las crónicas de entonces, tan veraces como las de ahora, que a la convocatoria bélica, en primera instancia, sólo acudieron 837 de los 19.000 soldados llamados a filas, alegando razones de peso para su ausencia: fiebres del heno, torceduras, corazas abolladas, diarreas (en
tonces se decía diarrhoea), sabañones…. y todo tipo de disculpas de funcionarios de la época.
¿Y qué hizo el sabio estratega?: ¿suspendió los Juegos Olímpicos, pasó por las armas a los desertores o aplazó la guerra? Efectivamente Mahatma, postergó sine díe la invasión.
Tras esta decisión, el general, que tenía la popularidad por los suelos, después de su desafortunadísima frase: “Sí, otra victoria y estamos perdidos”, subió en las encuestas y fue muy querido por los dos pueblos: por el suyo y por el que iba a invadir.
Ergo, señores gobernantes, tomen nota y programen juegos deportivos y espectáculos en lugar de guerras, y pasarán a la historia como Pirro y no como Bush.

Y vosotr
os queridos insumisos y antimilitantes del Pan y Circo aprended alguna alineación del Sevilla y una terna torera de la Feria de San Isidro; pueden ser armas más que efectivas en la lucha por la paz.

-A los militantes del humor y del amor-
Jaht

lunes, 11 de mayo de 2009

Niño Jornalero

Hijo:
Nos han dicho que serás un niño. Sí, tú vas a ser un hombrecito y yo, el que te escribe, soy tu padre, que no he podido aguantar la tentación de contarte lo que siento hoy; aunque pasará mucho tiempo antes de que entiendas mis palabras.
Hace ocho meses que estás creciendo dentro del regazo de la mujer que quiero y de verdad que estoy deseando verte la cara. Y estoy ansioso por saber si traes el pan debajo del brazo, porque falta nos hace. Bueno, esto último es una broma, pero tiene algo que ver con todo lo que voy a decirte. Aquí fuera no está la cosa nada fácil. Si tú pudieras comprender lo que pasa y decidir, seguro que te lo pensarías.

Vamos a llamarte Rubén, no sé si te gustará, yo creo que no suena mal, ¿verdad?. Bueno, Rubén, debes saber que tienes una hermanita de cuatro años y no hace más que repetirme que soy tonto por escribir a un niño que aún no ha nacido, que lo que debería hacer sería llamarte por teléfono. Aprovecha el mes que te queda para coger peso, para que así tu madre y yo podamos luego presumir. Tu madre se queja porque dice que le das muchas patadas y puñetazos, pero no te preocupes porque también se quejaría si te estuvieras quietecito, y es que se ponen muy nerviosas y caprichosas cuando están embarazadas. Es otra de las poderosas razones que tengo para desear que salgas pronto a la luz, ya que los antojos de tu madre me traen de cabeza.

Voy a ponerme un poco más serio pues si no vas a pensar que tienes un padre de feria. Rubén, es importante que sepas que vas a nacer en el seno de una familia pobre. Ser pobre aquí fuera significa andar corriendo todo el tiempo tras la comida y el techo. No siempre es trágico, a veces, cuando has conseguido un poco de dinero te sientes bien y se te olvidan las penas. Dicen que los ricos sufren más porque han de estar constantemente pendientes del capital, y eso, al parecer quema mucho. Yo lo que sé es que todo el mundo quiere ser poderoso, y a pesar de lo mal que me caen, haré todo lo posible para que tú seas hombre de despacho y corbata.

Yo, tu padre, soy un tipo muy ignorante, pero te aseguro que soy más listo que tu madre, que esa sí es una pardilla, pero muy buena mujer y muy poco habladora. Los vecinos parece ser que nos aprecian mucho porque no causamos ningún problema y además no tenemos nada que puedan envidiarnos, como no sea la sonrisa que a mí nunca se me vuela de los labios. Tus abuelos son un poco más reguñones, pero no importa porque a la hora de la verdad son generosos y nos echan un cable.
Has de saber que muchas veces estamos a dos velas. Ya ves Rubén lo que te espera. Ten por seguro que haré todo lo posible por mejorar nuestra situación, pero si tú vinieras con un don especial nos resolverías muchos problemas en el futuro.
El mundo, que es un lugar grande, donde viven muchas personas, está muy revuelto, realmente está loco. Para que te hagas una idea: hay quien explota de tanto comer y hay quien muere de hambre. También hay hombres que mandan a otros a la guerra, que es un lugar donde se mata sin saber la razón, porque claro está, esa razón no existe.
Casi todos los individuos del planeta son mentirosos. La mentira se utiliza para engañar y obtener beneficios y los verdaderos profesionales en este campo son los políticos. Yo no quiero que tú seas político a pesar que eso pòdría rendirte muchos beneficios.
Deseo que no seas como yo; quiero que seas mejor, pero eso no dependerá de mí, ¡hay tántas cosas que influyen!. Tengo miedo de no saber educarte y de dejar en manos de otros esta labor. Hay gente muy mal intencionada que querrá dirigir tus pasos, espero estar al quite cuando sea necesario.
Todo esto negativo que te cuento sólo es una parte de la vida. Yo, en principio, te he engendrado para que corras por el campo, te bañes en el río y duermas a la sombra de un árbol arrullado por pájaros y chicharras; eso sí que es vivir. Todo lo demás es puro artificio.

Aún no te he dicho que mi nombre es Fernando, pero en tus primeros balbuceos tú me llamarás papa; que he de confesarte es un apelativo que no me hace mucha ilusión ya que me recuerda al de Roma. Pero bueno, como tú lo diras sin mala intención te perdono de antemano.
En estos momento tu madre está durmiendo enfrente de mí, sobre una hamaca, y te imagino hecho un ovillo enganchado a un cordón, como si fueras un astronauta, y flotando en la acogedora oscuridad de su vientre. Ahí dentro no se debe estar nada mal, pero seguro que hace calor. Algún día los japoneses inventarán madres con aire acondicionado en su interior.
También debes saber que soy jornalero y a los de nuestro gremio las cosas nos van muy jodidamente, por varias razones que prefiero no citarte porque se me envenena la sangre.

Rubén, tengo que dejarte. Se acabó la hora de la siesta y debo seguir trabajando. La próxima vez que hablemos será cara a cara y los dos comenzaremos a prepararnos con alegría para enfrentarnos al mundo. Para que no nos atrapen: la cobardía, la insolidaridad, la ambición, la ignorancia, los vicios sin control y el paro.
Hasta pronto. Te quiero.

A todos los hijos de todos los jornaleros (7-Septiembre-1991)
Jaht

IMÁGENES QUE HABITAN EL BLOG