-¿Qué frío hace chacho!... -Ni se dignó contestar-
-¿Lo de siempre Ramón? –masculló agarrando por el cuello la botella de Garvey-
-¡Dale! y di a la polaca que baje que hoy vamos bien de tiempo… ¡y de carburante! – rió palpándose la entrepierna-
Vació de un trago la copa e hizo una llamada en su móvil:
-¿Cómo está la niña, va bajando la fiebre?....¡Vale!.. llego pasado mañana….¡Claro que os echo de menos y más en estos días!...Estoy aquí perdido por los Urrieles tomando café, ¿oyes los villancicos?... Duerme tranquila, un beso.
Nadiuska, así la llamaban, había llegado a su altura y se pavoneaba desde los quince centímetros de plataforma de sus espectaculares botas que cubrían, hasta las rodillas sus piernas desnudas.
El camionero apuró su segundo brandy, recogió sus dos llaveros (uno del Ché y otro de Franco) de la barra y metiendo la mano bajo el minúsculo pantaloncillo de la joven, volvió a empujarla hacia las escaleras, mientras la interpelaba:
-¿Entonces tú de quién eras, de los comunistas o de los otros?
Jaht
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