Es cierto, aunque las cosas no iban demasiado bien, tampoco pintaban tan negras. Difícil presuponer aquel desenlace.
La 6ª temporada de cineclub tocaba a su fin. Aquel día se proyectaba la última película y los pocos socios que con cierto desánimo se acercaron a la sala comenzaban a sentirse una especie en vías de extinción y husmeaban un futuro incierto. Nadie hubiera imaginado que el enemigo estaba también al otro lado de la pared blanca.
A la proyección que remataba el curso cinematográfico, una de guerrilleros, con abundantes tiros y explosiones, asistieron unas 35 personas. Cuando se apagaron las luces del Avenida la ruleta comenzó a girar.
Luisa y Alberto, cogidos de la mano, vibraban con los esfuerzos sobrehumanos de los libertadores. Paco dormía como un bendito como en él era habitual, recolocándose en su butaca cada vez que el respetable chistaba para acallar sus ronquidos y Adolfo rumiaba con pesar, en “la fila de los mancos”, la despedida por cuatro meses de las sesiones de cine.
A falta de media hora, en medio del fragor de la batalla, una serie de extraños gorjeos enfadaron al público que reaccionó con comentarios del tipo: ¡ya está bien Paco, vete a la calle coño!..La mano de Luisa resbaló. Y el silencio volvió a reinar en la platea.
Cuando las luces de la sala se encendieron, un pavoroso griterío atravesó los sólidos muros del edificio. Puede decirse que en el pueblo hubo un antes y un después (al menos eso dijo Iker Jiménez). En medio, aquel minuto de caos: tres balas, tres muertos, tres agujeros en la pantalla…
Investigaciones posteriores concluyeron que las muertes habían tenido lugar a la altura horaria del último combate y que los impactos: ojo, frente y corazón; eran sin duda obra de avezados francotiradores con fusiles láser. Pero nunca se encontró al autor o autores, ni explicación de porqué el calibre de la munición se correspondía con el utilizado por la CIA en 1968.
Algunos volvieron a creer en brujas y otros, detractores sin duda del Cineclub El Gallinero, aprovecharon para comentar: Se veía venir, esto no podía acabar bien.
A los resistentes del Cine Club El Gallinero.¡Venceremos!
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