jueves, 14 de mayo de 2009

El Voyeur

Detrás todo sucede. Se cierra el telón y se abre la imaginación. Los cándidos niños sacan el hacha que esconden bajo el colchón y se dirigen al sofá donde ronca el bueno de papá. Las insensibles “marujas” que mascan chicles, que visten bata de guata y parecen amortizadas y amortajadas, se enfundan en el lujurioso látex y empuñan fálicos artefactos. El hombre de las manos rotas, de pala y piqueta, llora mientras lee a Walt Whitman. Don Fulano, que acaba de depositar 50 € en la bandeja de la Iglesia, ordena a un teléfono tres desahucios. El sensible y elegante concejal de la oposición, ata a la cama, entre lametones, al machista, grosero y despiadado alcalde, que maúlla tiernamente. El cura se enfrasca en la lectura de Voltaire y la tímida adolescente clava alfileres en una foto de su novio; descorre la cortina, abre la ventana y, divertida, me arroja un horroroso peluche que se agiganta antes de chocar contra mis prismáticos.
Jaht

1 comentario:

Raúl dijo...

Nada es lo que parece tras los ojos del voyeur.
Interesante.

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